29 septiembre 2013
EL HOMBRE DE VITRUVIO DE LEONARDO DA VINCI
septiembre 29, 2013
Arquitectos, Arquitectura y urbanismo, Culturas antiguas, H. de la arquitectura, Historia, Leonardo da Vinci, Medioevo y modernidad, Protagonistas, Renacimiento y barroco, Roma, Vitruvio
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Por Carmen Lacasa Esteban.
La figura de un hombre
con los brazos en cruz y las piernas abiertas, rodeado por un círculo que, a su
vez, envuelve un cuadrado, es uno de los dibujos más conocidos de Leonardo da
Vinci, de entre los muchos que realizó con carboncillo o sanguina.
Se encuentra
en los “Cuadernos” que él mismo escribió a lo largo de toda su vida y que son
un compendio amplísimo de múltiples disciplinas: anatomía, botánica, paisaje,
geografía, ciencias físicas, astronomía, arquitectura, urbanismo, escultura… E
inventos de todo tipo: puentes transportables, cañones, carros blindados,
máquinas voladoras, etc. Cuadernos de apuntes en los que incluía dibujos y
textos explicativos. Una auténtica enciclopedia ilustrada.
Autora: Carmen Lacasa
También son conocidas sus
pinturas, cómo no, de la “Mona Lisa” o “Gioconda” y de “La última cena”, fama
acrecentada en los últimos tiempos gracias al escritor Dan Brown y su famosa
novela “El Código da Vinci”, en la que también aparece “El hombre de Vitruvio”
aunque, debo decir, de una forma bastante sangrienta y que produce un tanto de
repelús.
Hablar de Leonardo da
Vinci es fácil, porque hay múltiples documentos, biografías, artículos o
ensayos que nos cuentan de su persona, sus inclinaciones sexuales, su obra y la
época en la que vivió. Por eso este escrito no trata de él. El dibujo de “El
hombre de Vitruvio” realizado por Leonardo es la excusa perfecta para hablar,
precisamente, de Vitruvio.
Vitrubio o Vitruvio (como
prefieren los investigadores, ateniéndose al nombre latino original) era un
arquitecto romano del siglo I a.C., cuyo nombre pudo haber sido Marcus
Vitruvius Pollio, castellanizado como Marco Vitruvio Polión. Desde su nombre
que, según el presbítero José Ortiz y Sanz (*), traductor de Vitruvio en 1787,
pudo ser Lucio, Marco o Aulo entre otros, hasta su obra “De Architectura” todo
es discutido y analizado.
Poco se sabe de la vida
de Vitruvio, salvo algunos pequeños apuntes que va insertando en su obra.
Coetáneo del emperador Julio César, al que sirvió en calidad de ingeniero militar,
escribió su obra en la época del emperador Augusto, que se la patrocinó y le
asignó una pensión vitalicia. A él, precisamente, está dedicada “De
Architectura”, un compendio de arquitectura conformado por diez libros.
Tampoco se sabe dónde
nació, si en Verona, Formia o Fundi, aunque todo indica que pudo ser romano o
que al menos se educó en Roma, a la que consideraba su patria. No era conocido
por la gente porque según él mismo decía “no
era ambicioso ni codicioso en su arte, ni buscador de obras” como los otros
arquitectos que había entonces en Roma. El padre de Vitruvio no fue arquitecto,
sin embargo cuidó de que aprendiese un arte, que no podía poseer sin el
conocimiento de la escritura y otras disciplinas. No debió serle fácil porque
los arquitectos que no tenían nombre, fama o fortuna heredada de los
antepasados no conseguían hacerse un hueco en la sociedad.
De familia pobre, siempre
escaso de dinero, sin ninguna codicia y con buena moral. Aborrecía las diferencias
y disputas con sus colegas, que le quitaban los trabajos. Aunque al final, el
emperador reconoció sus méritos otorgándole una pensión vitalicia.
Sorprende que en un mundo
donde imperaban los “ingenieros de calzadas, acueductos y embalses” destacara
un arquitecto. No sabemos si sobresalió o no como tal en su época; tan solo se
le conoce una obra: la Basílica de Fano, en Italia. Lo que sí sabemos es que Vitruvio
apareció a ojos de nuestra cultura actual en los albores del Renacimiento,
cuando se publicó la primera edición impresa de su obra “De Architectura” en
Roma en 1488. Existen copias del texto latino datadas con anterioridad al siglo
XIII, pero pasaron desapercibidas. La publicación del texto traducido al
italiano en el siglo XV, en un momento de transición del Medievo al
Renacimiento hizo que “renaciera” la cultura clásica y, más concretamente, la arquitectura.
Fuente imagen: Wikipedia
En realidad, Vitruvio no inventó
nada; tan solo archivó e inventarió los saberes de la arquitectura que conocía,
en la que se incluían muchas referencias a la arquitectura griega, base de la
romana. Él mismo consideraba que sus diez libros eran breves y monográficos,
destinando los siete primeros a lo que llamó las razones de la arquitectura y los tres restantes a cuestiones
varias.
Los libros no tienen título;
cada uno de ellos tiene un proemio o prefacio que explica con detalle la
materia de la que trata y una serie de capítulos que sí vienen titulados. Auguste
Choisy (**), en una edición bilingüe latín/francés de 1909 titulada “Vitruve” pone
títulos a los libros. Analizar aquí los diez libros de Arquitectura de Vitruvio
es una tarea ardua, complicada y no es el objeto de este escrito. Como
curiosidad, he aquí el listado con los títulos de Choisy (en cursiva) y una
pequeña reseña del contenido de cada uno.
Libro Primero: Generalidades. Habla de la esencia de la
arquitectura, de lo que debe saber el arquitecto, de en qué consiste la
arquitectura y de las partes en que se divide; de ejecución de muros defensivos,
de replanteos y parcelaciones.
Libro Segundo: Materiales y modo general de empleo.
Explica el origen de la arquitectura, el principio de las cosas según los
filósofos, las clases de edificación y los materiales de construcción
(ladrillo, madera, cal, etc.).
Libro Tercero: El orden jónico. Describe el origen de
las medidas de los templos, las columnas jónicas, las cinco clases de templos y
su cimentación.
Libro Cuarto: El orden corintio y el orden dórico.
Detalla el origen e invención de los órdenes, los ornamentos de las columnas y
su origen, el orden dórico, las proporciones en los templos toscanos y
cuestiones prácticas referentes a los templos toscanos.
Libro Quinto: Los edificios civiles. El Proemio está
dedicado a Pitágoras y el cubo. Describe las disposiciones de los lugares
públicos, haciendo especial hincapié en los foros; también habla sobre basílicas,
teatros, baños y puertos.
Libro Sexto: Los edificios privados. El Proemio habla
de la importancia de la cultura. Y el resto del libro de la domus o vivienda privada.
Libro Séptimo: Las superficies y los revestimientos. El
Proemio lo dedica a la escritura y los autores. Y habla sobre acabados y normas
para asegurar la belleza y resistencia de superficies y revestimientos.
Libro Octavo: Las aguas. Introduce aquí temas tales
como el modo de encontrar el agua, cuáles son las cualidades del agua según las
propiedades de los diversos lugares, cómo se conduce el agua y cómo se prueba
previamente.
Libro Noveno: La medida del tiempo. Trata sobre razones
gnomónicas, es decir, sobre relojes de sol; cómo se proyecta la sombra del
gnomon.
Libro Décimo: Las máquinas. Dedicado a los principios
de las máquinas tales como catapultas o aparatos de elevación.
En todos los libros, los
textos hacen referencia a sus correspondientes dibujos, que debían encontrarse
al final de cada libro; pero estos no han llegado hasta nosotros; se han
perdido. La primera edición impresa de 1488 ya no los contenía. Así que todas
las referencias ilustradas a la obra de Vitruvio han sido realizadas a partir
de la lectura de sus escritos. El mismo Ortiz y Sanz incluye láminas dibujadas
por él mismo en su traducción.
Fuente imagen: Wikipedia
Antes de pasar a
describir el dibujo de “El hombre de Vitruvio”, que se engloba dentro del Libro
Tercero, hay una curiosa definición, o más bien relación, de los conocimientos
que apunta que debía tener un arquitecto en la Roma del siglo I a.C. La
traducción del texto de Ortiz y Sanz dice: “(…)
el que quiera llamarse arquitecto. Deberá ser ingenioso y aplicado; pues ni el
talento sin el estudio, ni éste sin aquel, pueden formar un artífice perfecto.
Será instruido en las Buenas Letras, diestro en el Dibujo, hábil en la
Geometría, inteligente en la Óptica, instruido en la Aritmética, versado en la
Historia, Filósofo, Médico, Jurisconsulto, y Astrólogo.” Impresionante.
Y luego esgrime una serie
de razones, tales como: “Conviene que el
Arquitecto sea Literato, para poder con escritos asegurar sus estudios en la
memoria. Dibujante, para trazar con elegancia las obras que se le ofrecieren.
La Geometría (…) principalmente por el uso de la regla y el compás (…) Con la
óptica se toman en los edificios las mejores luces y de mejor parte. Por la
Aritmética se calculan los gastos de las obras, se notan las medidas, y se
resuelven intrincados problemas de proporciones. Sabrá la Historia, porque los
Arquitectos ponen muchas veces en los edificios diferentes ornatos, de cuyo
origen conviene dar razón a quien la pidiere (…). La Filosofía hace magnánimo
al arquitecto y no arrogante, sino flexible, leal y justo: sin avaricia (…). Sabrá
la Música para entender las leyes del sonido y las matemáticas (…). Necesita el
Arquitecto de la Medicina, para conocer las variedades del cielo, que los
griegos llaman climata, las cualidades del aire de las regiones, cuáles sean
saludables o pestilentes, y el uso de las aguas (…). Tendrá también noticia del
Derecho, por lo que toca al ámbito de goteras y aleros de tejados en las
paredes comunes de las casas, a los albañales y a las luces. Deben asimismo los
Arquitectos saber las salidas de las aguas (…). Por la Astrología, finalmente,
se conoce el oriente (este),
occidente (oeste), mediodía (sur) y septentrión (norte) (…).”
Claro que luego aclara
que no es necesario que el arquitecto sea experto en todas las artes y ciencias
señaladas, sino solo en las que están directamente relacionadas con la
arquitectura (como literatura, dibujo o aritmética) y ser conocedor del resto.
Lo que no deja de ser un listado considerable.
Como ya he dicho, el
dibujo de “El hombre” aparece en el Libro Tercero, dedicado a los templos y al
origen de sus medidas. Para reforzar la teoría de que la arquitectura debe
tener una organización racional, proporcional y de resultado simétrico (en la
cultura clásica la simetría significaba la perfección) toma el ejemplo del
cuerpo humano. Tenemos la descripción, pero no la ilustración original, de la
que hay varias versiones. Sin embargo, la más conocida, sin duda alguna, es la
que realizó Leonardo da Vinci basándose en la lectura que hizo de la obra de
Vitruvio.
La imagen está acompañada
de texto. El texto, como era habitual en Leonardo, está escrito “al revés”, es
decir, empieza a escribir por la derecha y no por la izquierda. He aquí el
detalle de los textos escritos en la imagen.
Arriba:
Fuente imagen: Wikipedia
“Vitruvio, el arquitecto, explica en su obra
sobre arquitectura que la naturaleza dispone las medidas del cuerpo humano de
la siguiente manera: 4 dedos forman 1 palma, 4 palmas son 1 pie, 6 palmas son 1
codo y 4 codos son la altura de un hombre. Y 4 codos forman un paso, y 24
palmas son un hombre. Y estas eran las medidas que usaba en sus edificios. Si abre
las piernas de forma que su altura disminuya en ¼ y extiende los brazos,
levantándolos hasta que los dedos corazón estén a la altura de la parte
superior de su cabeza, el centro de las extremidades extendidas estará en el
ombligo y el espacio entre las piernas formará un triángulo equilátero.”
Medio:
Fuente imagen:Wikipedia
“La longitud de los brazos extendidos de un
hombre es igual a su altura.”
Abajo:
Fuente imagen: Wikipedia
“La distancia entre la raíz del pelo y la
punta de la barbilla es una décima parte de la altura de un hombre; entre la
barbilla y la parte superior del pecho y la parte superior de la cabeza, una
sexta parte. La distancia que hay entre la parte superior del pecho y la raíz
del pelo equivale a la séptima parte de la altura de un hombre. La anchura
máxima de los hombros equivale a una cuarta parte del hombre. La distancia
entre el codo y la punta de la mano es la quinta parte del hombre, y entre el
codo y el ángulo de la axila, la octava parte. Toda la mano es una décima parte
de su estatura; el inicio de los genitales marca el centro del hombre. Un pie
es la séptima parte de la altura de un hombre. La distancia entre la planta del
pie y la base de la rodilla es la cuarta parte de la altura de un hombre, y
entre la base de la rodilla y el inicio de los genitales también es la cuarta
parte. La distancia entre la punta de la barbilla y la nariz, y entre la raíz
del pelo y las cejas, es igual en ambos casos, y como la oreja, un tercio de la
cara.”
Como se puede comprobar,
no hay nada de misterioso, maligno, sectario o similar en este dibujo y texto
que lo acompaña. Tan solo se trata de una descripción de las dimensiones de la
anatomía humana. La francmasonería se inició en Italia en 1517, con el apoyo de
Leonardo, eso sí. El dibujo de “El hombre de Vitruvio” es de 1490. Hay veintisiete
años de diferencia. No soy quien para rebatir lo que han estudiado los investigadores,
porque mis conocimientos son mínimos. Pero he de reconocer que la imaginación
de los novelistas y guionistas es, a veces, la causa de alguna que otra
incorrección histórica.
Notas:
(*) El presbítero Joseph
Ortiz y Sanz nació en Aielo de Malferit (Valencia) el 5 de septiembre de 1739.
Estudió Artes y Filosofía, doctorándose en derecho canónico y civil. Se
trasladó a Italia con el objeto de traducir los Diez Libros de arquitectura de
Vitruvio. Tradujo también los “Cuatro libros de arquitectura” de Paladio. Entró
en la Academia de Historia y trabajó como académico en la Real Academia de San
Carlos de Valencia. Murió en Valencia el 21 de diciembre de 1822.
(**) Auguste Choisy,
ingeniero francés (1841-1909). También es autor de “L’Art de bâtir chez les
Égyptiens”, El Arte de construir en Egipto; El Arte de construir en Roma y El
Arte de construir en Bizancio, entre otros.
Bibliografía:
“Los diez libros De
Archîtectura de M. Vitruvio Polión”, traducidos del latín y comentados por Don
Joseph Ortiz y Sanz, Presbítero, edición de 1787. Imprenta Real de Madrid.
“La teoría de la Arquitectura en los tratados.
Vitruvio”, de Joaquín Arnau Amo. 1987. Editorial Tebas Flores.
“Cuadernos” de Leonardo
da Vinci, edición de H. Anna Smith. 2006 edición española. Editorial Parragon
Books Ltd.
http://es.wikipedia.org/wiki/Marco_Vitruvio
27 septiembre 2013
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septiembre 27, 2013
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http://sabernoestademas.blogspot.com.es/2013/07/diploma-en-egiptologia-de-la.HTML
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14 septiembre 2013
LEONOR DE AQUITANIA
septiembre 14, 2013
Edad Media, H. Universal, Historia, Leonor de Aquitania, Mujeres, Personajes ilustres, Protagonistas
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“Cuando miro atrás y contemplo mi larga y
tempestuosa vida, me doy cuenta de que gran parte de lo que me ha sucedido –mis
triunfos y casi todos mis infortunios- se debe a mis apasionadas relaciones con
los hombres. Yo era una mujer que se consideraba igual que ellos –y en muchos
aspectos, superior- pero parecía depender de ellos, al mismo tiempo que
procuraba ser la parte dominante, actitud que no podía dar como resultado una
existencia armoniosa”.
Así comienza el libro “Las Cortes del Amor” de Jean Plaidy (seudónimo de la escritora británica Victoria Holt) y que relata la vida de Leonor de Aquitania a modo de autobiografía, en primera persona.
Este párrafo introductorio podría ser un resumen perfecto de lo que fue su vida. Sin embargo, mucha gente se preguntará quién fue esta mujer. Quizá el nombre de Ricardo Corazón de León sea más conocido. Pues bien, Ricardo fue hijo de Leonor de Aquitania; fue, de hecho, el hijo favorito.
Leonor de Aquitania (en francés Aliénor d'Aquitaine o Éléonor de Guyenne y en inglés Eleanor of Aquitaine) nació en Poitiers en el año 1122. Hay fuentes que dicen que nació en 1120 y otras que nació en 1124; en definitiva, nació a principios del siglo XII, en plena Edad Media europea. Una época convulsa, de constantes rivalidades por obtener territorios y donde la conspiración y las alianzas (generalmente mediante matrimonios entre herederos de cualquier edad) estaban a la orden del día. Fue reina de Francia y reina de Inglaterra, y tres de sus hijos fueron reyes: Ricardo Corazón de León, Juan Sin Tierra y Leonor (casada con Alfonso VIII de Castilla).
Pero para conocer a Leonor de Aquitania, más allá de fechas y hechos históricos, es necesario conocer el ambiente en el que nació y vivió hasta su primer matrimonio; y al que regresó cuando su segundo matrimonio se desmoronó. Aquitania era un inmenso ducado situado al suroeste de la actual Francia, a quien rendía vasallaje, lo que significaba que existía un vínculo de dependencia y fidelidad entre ambos territorios y que se traducía en el pago de tributos del vasallo al señor. Las tierras de Aquitania se extendían desde el río Loira hasta los Pirineos, comprendiendo los territorios de Poitou, La Marca, Auvernia, Périgord, Agenais y Gascuña.
El abuelo de Leonor, Guillermo IX de Aquitania, cuyo sobrenombre era El Trovador, era conocido por ser poeta, rey de trovadores, aventurero y libertino. En su corte predominaba la buena comida, el buen vino y la cultura. Se organizaban veladas en las que participaban acróbatas venidos de todas partes y juglares que cantaban las alabanzas del amor cortés, algo que estaba muy de moda en aquella época. Se hacían veladas de poesía, sobre todo caballeresca, relatando aventuras de uno y otro héroe. Todo este ambiente de cultura y cortesía influyó en la personalidad de la duquesa de Aquitania que, durante toda su vida, promovió las artes y la cultura allá donde vivió.
Cronología:
1122: Leonor de Aquitania nace en Poitiers, hija primogénita de
Guillermo X y de Aenor de Châtellerault.
1130: A la muerte de su hermano Guillermo, se convierte en heredera del
ducado de Aquitania.
1137, 9 de abril: Muere Guillermo X, pasando Leonor a ser la nueva
duquesa de Aquitania.
1137, 4 de julio: Contrae matrimonio con el heredero al trono de Francia,
el futuro Luis VII.
1137: Luis VII sube al trono y con él Leonor.
1145: Nace María, futura condesa de Champaña.
1147: Luis VII y Leonor de Aquitania parten para la Segunda Cruzada,
promovida por Bernardo de Claraval.
1148-49: Se relaciona íntimamente a Leonor de Aquitania con su tío Raimundo
de Poitiers, romance que tendría lugar en Antioquía, ciudad de la que Raimundo
era el Señor.
1151: Nace Alix, segunda hija del matrimonio y futura condesa de Blois.
1152, 21 de marzo: Luis VII y Leonor de Aquitania consiguen la
anulación del matrimonio, basándose en la consanguinidad de los cónyuges.
1152, 18 de mayo: Se casa con el heredero al trono inglés, el futuro Enrique
II.
1153-1166: Nacen los ocho hijos del matrimonio:
- Guillermo
1153-1156, conde de Poitiers, falleció siendo un niño.
- Enrique
1155-1183, duque de Normandía y conde de Anjou.
- Matilde 1156-1189,
casada con Enrique el León, duque de Baviera, Sajonia y Brunswick.
- Ricardo
1157-1199, conocido como Ricardo Corazón de León, sucesor de Enrique II e hijo
predilecto de Leonor de Aquitania.
- Godofredo
1158-1186, conde de Anjou y duque de Bretaña por su matrimonio.
- Leonor
1162-1214, casada don Alfonso VIII, rey de Castilla.
- Juana
1165-1199, casada primero con Guillermo II
El Bueno, rey de Sicilia, y luego con Raimundo VI, conde de Tolosa.
- Juan
1166-1216, sucesor de Ricardo Corazón de León, conocido como Juan Sin Tierra.
1165-1166: Leonor se entera de la infidelidad de su esposo con
Rosamunda de Clifford y se traslada de nuevo a la corte de Aquitania, a Poitiers,
junto a sus hijos.
1173: Leonor ayudó en la rebelión de tres de sus hijos (Enrique,
Ricardo y Godofredo) contra su padre, el rey Enrique II.
1173-1189: Arresto de Leonor de Aquitania, acusada de conspiración, en
Chinon y en Salisbury.
1189: Muerte de Enrique II y coronación de Ricardo como rey de
Inglaterra.
1189-1194: Leonor ocupa la regencia durante el tiempo que Ricardo
Corazón de León participó en la Tercera Cruzada.
1194: Tras la vuelta de Ricardo de la Tercera Cruzada, Leonor se retiró
a la Abadía de Fontevrault.
1199: A la muerte de Ricardo Corazón de León, Leonor ayudó a su hijo
Juan Sin Tierra a ocupar el trono de Inglaterra frente al otro pretendiente,
Arturo de Bretaña.
1200: viaja a Castilla y escoge a su nieta Blanca como esposa del futuro rey de Francia Luis
VIII.
1204, 1 de abril (o 31 de marzo, depende de las fuentes): muere en la
Abadía de Fontevrault, donde fue sepultada junto a su esposo Enrique y su hijo
Ricardo.
Bibliografía:
“Ricardo Corazón de León,
el rey caballero”, de Cristina Segura, publicado en la revista Historia de
National Geographic, nº 10.
“Ricardo Corazón de León”,
de José Luis Corral, publicado en la revista Historia de National Geographic,
nº 82.
Lecturas recomendadas: “Las cortes del Amor” de
Jean Plaidy, seudónimo de Victoria Holt.
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