Dicen que está a punto de desaparecer, que la
tecnología va a acabar con este material con el que convivimos cotidianamente.
Los periódicos, revistas y libros digitales; las agendas y correos
electrónicos; las pizarras digitales de las aulas… Todos ellos son la causa de
este rumor.
Antes de que olvidemos lo que es, conozcámoslo un
poquito.
Tenemos que remontarnos hasta el paleolítico para encontrar los primeros
soportes donde la humanidad plasmó sus ideas: los muros de las cuevas en las
que vivían temporal o continuamente. Este primer soporte estaba allí, a mano, y
no supuso una revolución material. Aunque sí cultural. Aquellos primeros
artistas plásticos nos dejaron pintado sobre un material imperecedero su vida
cotidiana, sus logros y fracasos.
Bisontes de la Cueva de Altamira. Fuente: http://upload.wikimedia.org
En la época neolítica, la humanidad ya poseía técnicas manufactureras que
empleaba en la fabricación de utensilios. En Mesopotamia, hacia el sexto milenio
antes de Cristo, empezó a usarse la arcilla como soporte de su incipiente
escritura. Ver entrada en este mismo blog: http://sabernoestademas.blogspot.com.es/2014/02/el-origen-de-la-escritura.html
Los antiguos egipcios usaban los tallos del papiro, planta abundante en
la orilla del río Nilo. Para prepararlo como soporte se eliminaba la corteza
exterior y se separaba el tallo en capas muy finas. Estas tiras se colocaban
unas junto a otras, superponiéndoles otra serie de tiras transversalmente. Las
tiras se unían con una sustancia adhesiva, se prensaban y secaban, formando
hojas compactas y flexibles muy apropiadas para la escritura. También utilizaban
ostraca, que es el nombre que reciben los fragmentos de cerámica o de piedra, y
tablillas de madera, aunque su uso era generalmente como base para borradores de
los textos definitivos.
Fabricación del papiro. Fuente: http://www.egiptoaldescubierto.com
Los griegos utilizaban tablillas de madera encerada o blanqueada, que se
usaron durante toda la Edad Media.
Los romanos usaban varios materiales, entre ellos láminas metálicas de
plomo o bronce donde tallaban los textos; o la corteza interior de algunos
árboles como el tilo y el arce.
Cuando griegos y romanos llegaron a Egipto, adoptaron el papiro egipcio
como soporte universal de la escritura.
Este soporte tuvo un rival: el pergamino, con el que convivió durante un
tiempo.
El pergamino se hizo de uso común a partir del siglo IV. La materia prima
era la piel de animales jóvenes (cordero, ternero o cabrito). La piel se
sumergía en una solución de cal para facilitar la separación de la dermis de
las otras dos capas (epidermis e hipodermis), se tensaba en un caballete para
su estiramiento y se frotaba con piedra pómez para pulir la superficie de escritura.
Fabricación del pergamino. Fuente: http://upload.wikimedia.org
Pero en el siglo XII llegó a Europa un nuevo y desconocido material: el
papel.
La idea de formar una hoja flexible y lisa por fieltrado de hojas vegetales
se debe a los chinos, en concreto a Ts’ai Lun.
Ts’ai Lun fue un eunuco y consejero imperial que vivió en la corte de la
dinastía Han, entre el 50 y el 120 d.C. Se cuenta que hacia el año 105 de
nuestra era, Ts’ai Lun observó que de los paños que las mujeres lavaban se
desprendían pequeñas fibras que se mezclaban entre sí en el agua tranquila;
este fieltro, recogido y puesto a secar, dio una hoja de cierta consistencia. De
esta forma, nació el papel, en cuya fabricación los chinos empleaban residuos
de la seda, de la paja de arroz, del cáñamo y del algodón.
En un procedimiento artesanal de fabricación de papel se utiliza como
materia prima trapos de lino o de algodón, triturados hasta deshacer las
fibras. Estas fibras se mezclan con agua y se extraen con una rejilla plana a
modo de colador. Se forma así una hoja de papel que debe prensarse y secarse.
Este descubrimiento no salió de China durante unos quinientos años, llegando
a Japón hacia el año 600 y a Asia Central en 750.
El papel llegó a España en el siglo XII con los árabes que, ya a
principios de este siglo, tenían en Xàtiva molinos papeleros abastecidos con el
lino de Valencia. Desde allí el uso del papel se extendió por toda Europa
sustituyendo a pergaminos, el soporte tradicional en ese momento para la
escritura y el dibujo.
Fábrica de papel. Fuente: http://tuplanetavital.org
Etimológicamente la palabra “papel” tiene su origen en la palabra valenciana paper, que proviene de la palabra griega
papiros (o papyrus en latín). Esta, a su vez, deriva del término egipcio per-peraa (pr-praA), que significa flor del rey. La palabra inglesa
es paper, la francesa papier, al igual que la alemana. En
galés, papur o en sueco papper.
Hacia el siglo XV, el uso general de la camisa permitió que hubiera
suficientes trapos disponibles como para fabricar papel a precios económicos. Ello,
junto con la invención de la imprenta, inició la producción de libros como un
producto asequible.
El papel, en sus diferentes tipos (canson, estucado, cuché, vegetal,
etc.) es usado hoy en día como algo cotidiano. Nos recomiendan reciclarlo, para
evitar la tala de árboles. De ellos se obtiene pasta de madera mediante
procesos mecánicos, que se mezcla con la celulosa extraída, por proceso químico,
de fibras vegetales. El encolado se hace con resinas de coníferas.
Quizá debemos recordar que los inicios del papel son humildes: nació de
los restos de fibras de una colada en el río.
Bibliografía:
Alegre, Antonio y otros, “Dibujo”. Ed. Teide.
Brodrick, M. y Morton, A.A., “Diccionario de Arqueología egipcia”. Edimat
Libros.
Y algo de la Wikipedia:
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