Por Carmen Lacasa Esteban.
Licenciado en derecho canónigo, literato, arquitecto
y un auténtico hombre del Renacimiento, Alberti sentó las bases de la
arquitectura europea que se construyó hasta prácticamente la Primera Guerra Mundial, cuando aparecieron
las Vanguardias. Santa Maria Novella en Florencia es su obra más conocida, pero fue el
Templo de Sant’Andrea en Mantua el que se convirtió en el prototipo del templo cristiano
por excelencia.
En el siglo XV, en Europa se inició una revolución cultural, el
Humanismo, que tuvo su componente artística y arquitectónica en el
Renacimiento. El Humanismo se extendió como concepto de entender la vida, como
contraposición al mundo teocrático medieval. Repercutió en la arquitectura en
el aspecto de la escala y de la métrica. El hombre era el centro de la cultura.
La escala, pues, se humanizó; dejó de evocarse la supremacía divina.
Es una época donde se estudia a los clásicos (Platón, Aristóteles) en las
universidades; donde la burguesía es una clase emergente y aparece la figura
del mecenas; donde hay avances en matemáticas (aceptación de la numeración
árabe), aritmética y óptica. Donde predomina la confianza en el hombre, en su
conocimiento y capacidad, vinculado al pensamiento racional. El mundo de la
antigüedad se elige como modelo.
El año 1418 representó el punto de partida, con la adjudicación a Filippo
Brunelleschi del diseño y construcción de la cúpula de la catedral de Florencia,
Santa Maria del Fiore. Brunelleschi es considerado el primer arquitecto
“moderno”: es un artista individual, no anónimo y sometido a un gremio; su obra
es un proyecto a priori y no consecuencia de sucesivas improvisaciones.
Leon Battista Alberti (1404-1472) nació en Génova. Provenía de una destacada
familia florentina de humanistas (especialmente literatos) conectada con las
esferas del poder, que tuvo que exiliarse por motivos políticos. Vivió durante
un tiempo en Venecia, se graduó en derecho canónico en Bolonia y se trasladó a
la Florencia de sus antepasados.
Retrato de L.B. Alberti. Fuente: http://umsoi.org
Su aparición en el mundo de la arquitectura fue progresiva y con
posterioridad a la obra de Brunelleschi. Alberti primero se hizo reflexiones
teóricas y luego realizó sus proyectos. Podría considerársele un hombre del
Renacimiento, conocedor de todas las artes y escritor de tratados de escultura,
pintura y arquitectura. El mundo que lo rodeaba era también diferente al de
Brunelleschi: la sociedad había cambiado, había bonanza económica, cierta
estabilidad política y un gran arraigo de las enseñanzas neoplatónicas.
“El proyecto ha de estar tan acabado que no deje
nada a la improvisación”.
Conocedor del latín y de la práctica literaria, tradujo el tratado de
Vitruvio “De Architectura”,
reconociendo que se trataba de un libro oscuro y difícil. Ver entrada en este
blog:
Su obra arquitectónica, escrita
cuando contaba unos cuarenta años, “De re aedificatoria” lo muestra como un conocedor
del espacio perspectivo. Se trata de un voluminoso y prolijo tratado de
arquitectura en latín, compuesto por diez libros. Lo escribió entre 1443 y
1452, pero no se publicó hasta 1485, trece años después de su muerte.
Portada del libro “De re
aedificatoria”. Fuente: https://covers.openlibrary.org
Sus obras se encuentran
en tres ciudades distintas: Florencia, Rimini y Mantua, siendo fundamentalmente
rehabilitaciones y fachadas.
Fachada del Palazzo
Rucellai en Rimini, 1447
Con el palacio Ruccellai
estableció una nueva tipología de palacio urbano, que se convirtió en el
símbolo de poder de la familia Rucellai. Se trataba de un palacio
compartimentado en niveles, de fachada ornamentada con la superposición de los
tres órdenes y donde cada entablamento delimitaba una planta. Los tres órdenes
tomados del Coliseo evocan la cultura clásica. Las ventanas, a pesar de
mantener el recuerdo gótico del parteluz, se realizaron con arcos de medio
punto y no ojivales.
Palazzo Ruccelai. Fuente: http://upload.wikimedia.org
Templo Malatestiano en
Rimini, 1454
El proyecto consistió en
la transformación de una iglesia antigua en moderna, encargo recibido por parte
de Segismundo Malatesta. Intervino sobre la Iglesia de San
Francesco, desvinculando absolutamente la obra nueva de la preexistente.
Realizó una caja mural autónoma que envolvió la construcción medieval sin
respetar ni siquiera los ejes de los huecos laterales.
El exterior no refleja el
contenido del interior. La fachada remite a la composición de un arco de
triunfo y los laterales a los acueductos. Se recuperan los ósculos, los
basamentos, la denominación (templo y no iglesia) y la cúpula.
Tempio Malatestiano. Fuente: http://upload.wikimedia.org
Fachada de Santa Maria
Novella en Florencia, 1455-1470
Se trataba de una iglesia
medieval, cuya reforma la financió la familia Rucellai. En este caso sí se
produce una relación mediadora entre la preexistencia y la fachada. A simple
vista no parece medieval, pero se aprecia, por ejemplo, el rosetón disimulado
con los círculos laterales y ornamentales; o la taracea florentina, aunque no
dispuesta a la manera tradicional. Hay innovación respetando las
preexistencias.
La fachada tiene dos
niveles: en la parte superior, un remate en forma de frontón clásico que se
incorpora a partir de este momento a la arquitectura, con volutas que ocultan
los contrafuertes laterales. La parte inferior queda enfatizada por las
columnas adosadas como ornamento, sin ninguna función portante o estructural.
Los cuadrados y
rectángulos de la fachada están compuestos a partir de la sección áurea. Ver
entrada en este blog: http://sabernoestademas.blogspot.com.es/2013/07/mario-botta-y-la-proporcion-aurea.html
Fachada de Santa Maria
Novella. Fuente: http://upload.wikimedia.org
San Andrés de Mantua,
1470
Este proyecto supuso la
creación y culminación de un prototipo histórico para el templo cristiano que
ha sido el más imitado de la historia: una planta de cruz latina, donde la
anchura del brazo principal es la mitad de la longitud. La planta está divida en
cinco módulos, representados por cuadrados: tres en la nave principal y dos en
las capillas.
La nave principal y las laterales están cubiertas con bóveda de
cañón, decorada con casetones clásicos, rememorando la cobertura de las termas
romanas, ornato introducido por Alberti. Los casetones aparecían en el Panteón
como elemento estructural, mientras que Alberti los emplea solo como
ornamentación.
Interior Sant’ Andrea de Mantua. Fuente: http://upload.wikimedia.org
Planteó una cúpula en el
crucero cuyo diámetro era igual a la anchura de la nave principal y los brazos
del crucero, haciendo alusión al Panteón, como elemento enfatizador del
crucero, la parte central, el propio concepto de espacio centralizado. Pero no se
realizó; la que existe actualmente es del siglo XVII.
Se produce una concatenación
de los órdenes: el orden mayor es para la nave central y las laterales y el
menor para las capillas, reflejándolo tanto en el interior como en el exterior.
La obra se realizó a la
muerte de Alberti, por lo que existen dudas sobre diversos elementos realizados
en la fachada, entre ellos el frontón triangular (frontón clásico), pero sí
parece obra suya la composición tripartita de la parte inferior de la fachada principal
(alusiva a los arcos de triunfo). En las laterales también se duda sobre su
autoría.
Bibliografía:
Arnau Amo, Joaquín. La teoría de la arquitectura en los tratados.
Alberti. Ed. Tebar Flores
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