Por Carmen Lacasa Esteban.
No solo ostentó
el título de gran esposa real, sino que fue una auténtica reina de Egipto, un
faraón, cuya obra más conocida y reconocida es su templo funerario en Deir
el-Bahari.
La mujer en la sociedad egipcia
antigua: una breve introducción
En el último
milenio antes de Cristo, a diferencia de las mujeres griegas o romanas,
sometidas a un tutor, ya fuera el padre o el esposo, en el antiguo Egipto la mujer ostentaba una cierta libertad.
Dentro de esta
libertad, las mujeres egipcias tenían derecho
a la propiedad, podían adquirir bienes y transmitirlos a sus descendientes.
También podían acudir a los tribunales
para pedir justicia y ser denunciadas. Podían pedir el divorcio, recibían parte de la herencia del marido si este fallecía
y, en cierto modo, podría decirse que estaban en igualdad con los hombres. Todo ello dentro de un contexto
claramente dominado por el sexo
masculino.
En este ambiente
de igualdad, la descendencia de los reyes egipcios podía producirse tanto por línea paterna como materna. Las mujeres
también transmitían la legalidad al trono. Sus hijos o hijas
eran considerados príncipes y dotaban de poder regio a sus esposas o esposos
que, en muchos casos, llegaron a gobernar.
La historia de
Egipto abarca casi cinco mil años, con una larga lista de dinastías y reyes. Entre
todos ellos, llama la atención la presencia de seis mujeres que llegaron al trono y que gobernaron el país. Estas
son Nitocris (Dinastía VI), Sobekneferure (Dinastía XII), Hatshepsut (Dinastía
XVIII), Nefertiti (Dinastía XVIII), Tausert (Dinastía XIX) y Cleopatra
(Dinastía ptolemaica).
De todas ellas, la única que se vistió con los símbolos del
rey-faraón, fue Hatshepsut.
Quién fue Hatshepsut
Hatshepsut (1479 – 1458 a.C.[2])
era la hija primogénita de Thutmose I[3]
(conocido también como Tutmosis I) y de la Gran Esposa Real Ahmose, princesa
real que legitimó a Thutmose I en su posición como monarca, ya que éste no era
hijo carnal de su antecesor.
Imagen 2. Busto de Hatshepsut en el Altes Museum de Berlín[4]
A la muerte de
Thutmose I, subió al trono su hijo Thutmose
II[5],
nacido de una de las esposas secundarias de aquél, Mut-neferet. El matrimonio
con su medio hermana Hatshepsut legitimaba y fortalecía la posición de Thutmose
II como monarca, puesto que su Gran Esposa Real era la primogénita del anterior
rey. De este matrimonio nació una única hija, Neferure.
Pero Thutmose II
tuvo más hijos, entre los que estaba el futuro rey Thutmose III, cuya madre fue
una concubina sin estatus de esposa, Iset.
Thutmose II
gobernó unos dos o tres años, tras los cuales dejó en el trono a un niño de escasa
edad para gobernar.
Fue entonces cuando
apareció Hatshepsut en escena. El clero de Amón, una de las entidades más
poderosas del Antiguo Egipto, proclamó rey a Thutmose III[6] bajo la
corregencia de Hatshepsut hasta que éste alcanzara la mayoría de edad. Esto sucedió alrededor del año 1479 a.C.
Siete años
después, sobre 1472 a.C., Hatshepsut
se autoproclamó rey de las Dos Tierras,
que era como llamaban los egipcios a su país. El cambio fue significativo. No
solo masculinizó su nombre como
“Señor del Alto y Bajo Egipto”, sino que también cambió la forma de ser
representada en las imágenes, relieves y pinturas. Añadió la barba protocolaria a su indumentaria
real y sus senos se desdibujaron
hasta casi desaparecer. Incluso se representaba a sí misma con la misma altura que Thutmose III, no
inferior como correspondía a las esposas reales.
Su reinado duró veintidós años, siete en
corregencia y quince en solitario, durante los cuales obtuvo importantes logros políticos y económicos, entre
los que destaca el viaje al País de
Punt.
No se sabe a
ciencia cierta donde se sitúa este país rico en productos exóticos y de lujo,
pero probablemente fuera por la costa somalí. Lo que sí se sabe es que en el año nueve del reinado de Hatshepsut, el
canciller de la reina, Nehesy,
recibió el encargo de dirigir esta famosa expedición. Cinco naves partieron
Nilo arriba, cargadas con mercancías egipcias, para intercambiarlas por
productos puntitas. De allí obtuvieron incienso, mirra (considerada el perfume
de los dioses), oro, marfil, ébano, resinas e incluso una pantera como regalo
para la reina.
Esta expedición
quedó inmortalizada para siempre en las paredes del templo funerario de
Hatshepsut, en Djeser-Djeseru.
El templo funerario Djeser-Djeseru
Conocido como el templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari,
su nombre en egipcio era Djeser-Djeseru,
literalmente “Sagrado de Sagrados”.
La construcción
del templo empezó en el mismo año en que Hatshepsut se proclamó faraón, 1479
a.C. No era una idea original, sino que retomaba un modelo anterior: el templo
de Mentuhotep II[7]
construido cinco siglos antes. El templo Djeser-Djeseru se emplaza junto a éste,
pero aumentado en tamaño y suntuosidad.
El arquitecto
escogido para llevar a cabo esta obra fue Senenmut,
alto funcionario de Hatshepsut, que ostentó los títulos de “director de todas
las obras, administrador de los bienes de la Gran Esposa Real Hatshepsut,
administrador de los bienes de la hija real Neferure, tesorero real,
administrador del Palacio, gran mayordomo de la Esposa del Dios y tutor de la
hija real Neferure”.
Imagen 3. Senemut y Neferure[8]
Mucho se ha
hablado de la existencia de una relación personal e íntima entre Hatshepsut y
Senenmut, pero lo cierto es que no hay nada que lo verifique, más allá de que
fuera la mano derecha de la reina-faraón.
Senenmut dirigió
un equipo técnico compuesto por dieciséis carpinteros, diez talladores de
piedra y veinte grabadores para el diseño y construcción de este templo. Su
diseño en tres niveles de terrazas,
fachadas con columnas, rampas de acceso y patio superior descubierto formaban un conjunto que aún asombra por
su modernidad.
Su ubicación, adosado a la ladera de una
montaña escarpada, es el perfecto fin de perspectiva de todo viajero que se
acerca hasta allí. Se trata de un acantilado conocido como la montaña sagrada
de Hathor, diosa vaca presente en todo el templo, que simbolizaba el amor, la
alegría, la danza y las artes musicales. El material de construcción es una
piedra caliza local, de color blanco, lo que le da más luminosidad, y la planta
del edificio es prácticamente rectangular.
Imagen 4. Templo Djeser-Djeseru visto desde el aire[9]
La entrada al templo se realizaba desde el
Nilo, mediante un canal que se introducía en el desierto. Poco o nada queda de esta
entrada, que se señalaba con una avenida de siete pares de esfinges con cuerpo
de león y cabeza de la reina Hatshepsut tocada con el nemes, símbolo del poder
real. Estas esfinges conducían a un pilono[10],
una puerta de entrada típica de los templos egipcios, tras el cual se
encontraba la primera terraza.
En esta primera terraza había jardines, donde palmeras, árboles
frutales, viñas y mimosas, estanques
en forma de T con papiros y flores se extendían a ambos lados, de forma
simétrica. Sabemos de la existencia de este arbolado porque aún quedan los
agujeros de los tocones. Y también conocemos una inscripción en la que la reina
Hatshepsut dice que ha construido este templo como un jardín para su padre
Amón.
El fondo de esta
terraza es el pórtico inferior. Cuatro
columnas con forma antropomorfa en los laterales, dos de Osiris y dos de la
reina, y veintidós pilares de base cuadrada, ubicados de forma simétrica a
ambos lados de la primera rampa, conforman la fachada inferior. El interior del pórtico ubicado más al sur, a la izquierda de la rampa, está
decorado con relieves que representan el transporte de dos obeliscos desde las
canteras de Asuán hasta el templo de Karnak, en Luxor, donde fueron finalmente
erigidos. Veintisiete barcazas transportan los dos obeliscos para la
celebración del festival Heb-Sed[11]
de Hatshepsut, por el que se celebraba la regeneración de la energía vital del
monarca.
El pórtico situado más al norte, a la
derecha de la rampa, contiene escenas de caza de aves y una esfinge aplastando
a los enemigos, una escena típica de demostración de fuerza del rey egipcio
sobre los adversarios.
La primera rampa, de unos cincuenta metros
de longitud, conduce a la terraza media, ubicada a ocho metros de
altura de la primera. Los laterales de la rampa están decorados con leones que
protegen el nombre de la reina.
En la terraza media se repite la composición
de la terraza inferior. Pórticos simétricos a cada lado de la segunda rampa. La
decoración del pórtico ubicado más
al norte, a la derecha de la rampa,
hace referencia al nacimiento divino de
Hatshepsut. Estas escenas se hicieron necesarias para legitimar su derecho
al trono, dejando de lado a Thutmose III. De hecho, ella misma se muestra como
hija del dios Amón.
En el pórtico ubicado al sur, a la izquierda de la rampa, lo que se puede encontrar son los
relieves de la exitosa expedición al
país de Punt, narrada con los detalles más asombrosos.
Imagen 5. Relieves de la expedición a Punt en el templo de Deir el-Bahari[12]
En esta segunda terraza
hay, además, dos capillas en los
laterales: la de Anubis, a la
derecha, y la de Hathor, a la
izquierda.
La capilla dedicada a la diosa Hathor está formada por una sala
hipóstila, es decir columnada, con doce columnas cuyos capiteles representan a
Hathor como una mujer con orejas de vaca. En las paredes de esta capilla, la
vaca divina Hathor amamanta a la reina. Al fondo de la sala hipóstila hay un
santuario para la diosa y una sala para la barca sagrada del dios Amón.
Las barcas sagradas eran una especie de
angarillas o soportes donde se colocaban las estatuas de los dioses y se
trasladaban de un templo a otro en procesión.
La capilla de Anubis también está formada
por una sala hipóstila, con doce columnas y un santuario a modo de nicho,
excavado en la roca para el dios Anubis.
La segunda rampa,
decorada con una larga serpiente con cabeza de halcón, nos conduce a la terraza superior, que es de menor
tamaño, y que está flanqueada por una serie de veinticuatro pilares sobre los
cuales aparece representada la reina Hatshepsut asimilada al dios de la muerte,
Osiris. Es decir, con la clásica postura de momia, con los brazos cruzados
sobre el pecho, sosteniendo el cayado y el flagelo, dos símbolos del poder
regio, y tocada con la doble corona, rey del Alto y del Bajo Egipto.
Hay que recordar
que, para los egipcios, una vez fallecido el rey, éste pasaba a formar parte
del panteón de dioses. El rey fallecido
se asimilaba a Osiris, rey de los muertos, y se le rendía culto en su
templo funerario.
Tras esta fachada
porticada superior, se abre el patio
superior. Se trata de un patio abierto con todas las fachadas porticadas,
alrededor del cual se situaban las estancias donde se realizaban los ritos del culto
o se alojaba la reina en sus visitas al templo; así como salas para ofrendas a
la propia Hatshepsut o a su padre, Thutmose I, como lugares para el culto
funerario a los antepasados.
Cada uno de los
cuatro muros de este patio superior está decorado con diversas escenas de la
vida de la reina, Hatshepsut. La coronación como faraón, la carrera ritual
durante el festival Sed, la fiesta de Opet o de la crecida del Nilo, entre
otros.
El lugar
principal donde se celebraban los ritos funerarios se conoce como el sancta sanctorum o santuario. Se trata
de un pasillo con capillas laterales dedicadas a Amón, dios al que va dedicado
el templo en un principio, al final del cual está el sanatorio, con la
escultura de este dios.
Imagen 8. Entrada al Sancta sanctorum del templo de Hatshepsut[15].
Hatshepsut dedicó intencionadamente su templo
funerario al dios Amón, ya que su
intención era la de quedar legitimada
por línea divina al trono. En todo el templo hay relieves alusivos al nacimiento divino de Hatshepsut, en los
que se detalla que Amón la engendró en el vientre de su madre encarnándose en
la figura de su padre, Thutmose I. Toda una alegoría inventada por el clero de
Amón para colocar a Hatshepsut por delante de Thutmose III en la legitimidad regia.
En 1458 a.C. se acabó
la construcción del templo funerario Djeser-Djeseru. Y Hatshepsut falleció poco
después, tras 22 años de reinado.
Después de su
muerte, el nombre de esta reina-faraón sufrió lo conocido como damnatio
memoriae[16],
es decir, el borrado de la memoria. Su nombre, los relieves y pinturas con su
imagen fueron destruidos.
El nombre, ren en egipcio, era una
de las nueve partes fundamentales del
hombre en el Antiguo Egipto, junto con el cuerpo físico, djet; el cuerpo espiritual, sahu; el corazón, ib; la fuerza vital, ka;
el alma, ba; la sombra, shut; el espíritu luminoso, akh; y la fuerza, sekhem. Tanto que, para
destruir a una persona, se borraba su nombre, haciendo que ésta
desapareciera.
Se ha discutido
sobre si fue Thutmose III o algún rey posterior el que ordenó esta destrucción[17].
En cualquier caso, no pudieron acabar con un edificio que ha perdurado durante
tres mil quinientos años, en un estado aceptable de conservación.
Como se ha
mencionado, el templo Djeser- Djeseru
toma como modelo el templo vecino de
Mentuhotep II. Sobre este templo, de
menor envergadura, se ha especulado mucho sobre la finalización de la cubierta,
planteando una pirámide como culminación. Hoy en día parece que esta teoría ha
sido descartada en favor de una mastaba o de una pirámide escalonada, ya que
una pirámide perfecta habría colapsado. En todo caso, el templo de Hatshepsut
no parece haber tenido nunca una pirámide en su cénit, sino el patio abierto de
la terraza superior.
Olvidado durante
siglos, los estudiosos que Napoleón
Bonaparte llevó en su expedición a Egipto entre 1798 y 1801 documentaron la
avenida de esfinges del templo funerario de Hatshepsut. Y entre 1855 y 1866, el
arqueólogo Auguste Mariette limpió
las capillas de Amón, de Hathor y el pórtico con los relieves y pinturas de la
expedición al país de Punt.
Ahora es uno de
los lugares más conocidos y visitados del mundo.
Publicado por
primera vez el 27 de julio de 2014 en Mito | Revista Cultural nº 11.
URL:
http://revistamito.com/djeser-djeseru-el-templo-funerario-de-hatshepsut/
El atículo ya no
está disponible en Internet.
Para saber más:
Los templos del Antiguo Egipto, Richard H. Wilkinson. Ed. Destino,
Barcelona, 2002.
Hatshepsut, la reina misteriosa, Christiane Desrochet Noblecourt. Ed.
Edhasa, Barcelona, 2004.
El paso del tiempo y el recuerdo del
pasado en el antiguo Egipto. José Manuel Galán (2004). Disparidades. Revista De Antropología,
59(1), 37–55. En el siguiente enlace:
https://doi.org/10.3989/rdtp.2004.v59.i1.140
La historia que nos intentaron
ocultar: Hatshepsut, la mujer faraón. Alberto Fernández Boo y Antía Martínez Abal. Revista Egiptología
2.0 nº 5 2016
La mujer en el Antiguo Egipto. Repositorio de libre acceso en el
enlace:
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4713001
Reconstrucción de los templos de Deir el-Bahari:
http://www.egiptologia.org/arte/templos/deir-el-bahari/recinto.htm
Notas:
[2]
Hatshepsut Maatkare 1479-1458, según la cronología de Hornung, Krauss y
Warburton
[3]
Tuthmose I Akheperkare 1493-1483, según la cronología de Hornung, Krauss y
Warburton
[4]
Imagen 2: Fuente
http://de.wikipedia.org/wiki/Hatschepsut#mediaviewer/Datei:Hatshepsut02-AltesMuseum-Berlin.png
[5]
Tuthmose II Akheperenra 1482-1480, según la cronología de Hornung, Krauss y
Warburton
[6]
Tuthmose III Menkheperra 1479-1425, según la cronología de Hornung, Krauss y
Warburton
[7]
Mentuhotep II Nebhepetra 2009-1959, según la cronología de Hornung, Krauss y
Warburton
[8]
Imagen 3: Fuente
[9]
Imagen 4: Fuente
https://www.flickr.com/photos/dalegillard/2300777539/sizes/z/in/photostream/
[10]
Pilono: Elevada construcción de sillería a la entrada de los antiguos templos
egipcios, desdoblada en dos cuerpos iguales, a modo de torres, y acabado en un
ligero talud en los paños exteriores. El vano central da paso al atrio (patio),
tras el cual se abre la sala hipóstila (con columnas) y por último la cámara
sagrada.
[11]
Heb-Sed: Festival de Sed o jubileo real. Se realizaba tras unos años de
gobierno de los reyes, dado el desgaste que suponía el paso del tiempo, como
una renovación que evitaba la pérdida de los poderes reales. En este festival
se repetían las ceremonias realizadas para la primera coronación del soberano.
[12]
Imagen 5: Fuente
[15]
Imagen 8: Fuente
https://www.flickr.com/photos/anapaulahrm/5140948150/sizes/z/in/photostream/
[16]
Damnatio memoriae: en el antiguo Egipto era la condena definitiva en la que se
eliminaba por completo la figura de la persona, haciendo como si ésta jamás
hubiese existido.
[17]
Sobre la damnatio memoriae de Hatshepsut se ha especulado mucho, siendo una de
las teorías más aceptadas en la actualidad que su nombre fuera borrado
progresivamente, por sucesivos reyes, durante las siguientes dinastías.
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