23 marzo 2014

MUJERES PIRATAS

Las hemos visto en películas, hemos leído libros donde aparecen, pero ¿hubo realmente mujeres piratas?
En este post vamos a encontrar algunas.
 
Piratas, corsarios, bucaneros, filibusteros… Estas son las denominaciones con las que se conoce a aquellos que surcan los mares en busca de botines ajenos. Por ello, comenzaremos aprendiendo un poco de terminología.   
La denominación bucanero procede de la palabra arawak bukan, vocablo indígena de las Antillas que designaba tanto la acción como el lugar donde se secaban las tiras de carne ahumada procedente de los rebaños de ganado llevados por los españoles, abandonados y que se reproducían en libertad.
La palabra filibustero tiene su origen en el término holandés vrijbuiter, captores de botín, que en inglés pasó a ser freebooter y en francés filibustier. Designaba a los piratas de las Antillas.
Ambas denominaciones tiene un carácter local o temporal, al igual que otras como tangomango o pichilingue en la América española.
Dos son los términos más usados que han permanecido en la historia: corsario y pirata.
Corsario deriva del latín cursus, carrera, o directamente del italiano corso, pero no hace referencia al habitante de Córcega, sino al que “corre la mar”. Los corsarios eran aquellos que tenían la “patente de corso”, es decir, un permiso de las autoridades para ejercer el asalto marítimo contra los enemigos y una especie de acuerdo para no atacar a los amigos.
El término pirata proviene del griego: bien del verbo peireo, que significa probar fortuna y atacar; o bien de la palabra peiratés, bandido y, por ende, pirata. Este es el término más genérico, el utilizado para designar a aquellos bandidos marinos que atacaban sin licencia y sin permiso de autoridad alguna, empleado a partir del siglo XVII. Con anterioridad, para referirse a los que atacaban sin patente de corso, se decía que “iban a toda ropa” o que “armaba sin licencia”.
Son muchos los hombres conocidos por ejercer el noble oficio de la piratería: Henry Avery, conocido como Ben el Largo; Francis Drake; William Kidd; Henry Morgan, con patente de corso; Jean David Nau, el Olonés; John Rackham, conocido como Calico Jack; Walter Raleigh, fundador de Virginia; Bartholomew Roberts; o Edward Teach, el famoso Barbanegra, entre otros.
No son tan conocidas, sin embargo, algunas mujeres que también participaron en estas correrías. ¿Qué interés las movía? Seguramente la independencia, la libertad o la fortuna propia que no podían conseguir en tierra firme. La condición social de la que provenían era variada: proletarias, campesinas expropiadas, delincuentes comunes, prostitutas, sirvientas, ex cautivas, ex esclavas; simples aventureras; exiliadas, perseguidas, renegadas, herejes; burguesas, nobles venidas a menos, princesas o reinas. Mujeres de toda condición social y en toda época.
Las piratas en el cine: Anne (Jean Peters) en “La mujer pirata” (Jacques Tourneur, 1951). Fuente: http://www.fotogramas.es
Hagamos un breve repaso por la historia.
En el siglo V a.C., Herodoto hace referencia a la reina y corsaria Artemisa I de Halicarnaso, aliada con Jerjes II en Salamina para luchar contra los griegos. Este rey dijo de ella que era el mejor de sus capitanes. Artemisa utilizaba estandartes griegos o persas en función de sus intereses.
En el siglo IV a.C. Artemisa II de Halicarnaso, que mandó construir el Mausoleo de Halicarnaso, una de las Siete Maravillas de la antigüedad, fue conocida por emplear tácticas propias de la piratería para luchar contra sus enemigos.
Ya en el siglo III a.C. uno de los más famosos piratas ilirios (pueblo indoeuropeo establecido en la costa oriental del mar Adriático) fue una mujer, Teuta, viuda del rey Argón, cuyo reino se extendía desde Split hasta Epiro. Organizó excelentemente sus recursos contra otros piratas ilirios y contra los ítalos y griegos, conquistando la isla de Corfú.
En el siglo I de nuestra era, se conoce a Alvilda, princesa guerrera sueca, aunque de dudosa existencia. Alvilda huyó de su casa para no tener que casarse con un príncipe danés y se puso al mando de una tripulación de mujeres y hombres junto con su hermana, dedicándose al abordaje de barcos y poblaciones costeras de Dinamarca.
Durante toda la Edad Media hubo mujeres piratas entra los croatas, dálmatas y vénetos del Adriático, así como en el mundo vikingo. Sabemos de las noruegas Rusla y Aasa del siglo IX; la sueca Sigrid, siglo X; la islandesa Freydis, hija del famoso vikingo Erik el Rojo, en el siglo XI; la germana Foelke, del siglo XIV; o las francesas Jeanne de Montfort, hija de un conde francés, y Jeanne Clisson, también del siglo XIV.
Entrados ya en la Edad Moderna, tenemos a Sidá al-Hurra, sultana y pirata bereber que actuaba en el mar Mediterráneo durante el siglo XVI.
En Inglaterra, entre los siglos XVI y XVII, tenemos a la familia de los Killigrew, encabezada por Lady Mary Killigrew. Esta dama ocultaba los botines de los piratas y ordenaba asaltar los barcos cuando se aproximaban a la costa. Su hijo, Sir John, y la esposa de ésta, Elizabeth, también siguieron con el negocio familiar, amparados por la reina Isabel I de Inglaterra.
La irlandesa Grace O’Malley pertenecía a la pequeña nobleza y era antiinglesa. Nació en 1530; hablaba gaélico; era oficialmente cristiana aunque nunca olvidó los ritos druídicos. Participaba en las luchas de clanes y familias irlandesas y era una experta marinera. Entre 1550 y 1600 fue un auténtica pirata brutal y sin escrúpulos. Poseía una flota con la que atacaba poblaciones inglesas e irlandesas y asaltaba barcos turcos y españoles. Llegó a un acuerdo con la reina Isabel I de Inglaterra y se convirtieron en aliadas.
Grace O’Malley. Fuente: http://commons.wikimedia.org
En el siglo XVII también tenemos a la francesa Judith Armande Préjoly; se dice que fue ahijada del cardenal Richelieu y hereje. Fue capturada junto al resto de la tripulación pirata. También francesas fueron Marie Anne Dieu le Veut, Charlotte de Berry y la marquesa de Fresne.
Pero, sin lugar a dudas son estas dos mujeres las más conocidas: Anne Bonny y Mary Read, ya entrando en el siglo XVIII.
Anne Bonny era hija de natural de un abogado irlandés con una criada, que la llevó a Carolina del Sur, EE.UU, cuando tuvo que abandonar el país por el escándalo producido. A los dieciséis años se casó con un modesto marinero y se fueron a buscar fortuna a las Bahamas. Allí regentaba una taberna en Nassau frecuentada por un célebre pirata conocido como Calico Jack. Convertida en su amante se integró en su barco camuflándose como hombre.
Anne Bonny. Fuente: http://commons.wikimedia.org
Mary Read era inglesa, también hija natural, y siempre vistió como un varón. Se alistó en el ejército inglés y luego en una unidad holandesa, sin revelar su sexo. Más tarde se uniría a la tripulación de Calico Jack, cuando éste asaltó el barco en el que navegaba.
Mary Read. Fuente: http://en.wikipedia.org
Ambas mujeres vestían de hombre, se comportaban como tal, jurando y blasfemando, y entraban en combate con el mismo arrojo. Fueron capturadas en 1720 por “participar en bandas piratas y combates”, pero se libraron de la horca por estar embarazas.
Otras mujeres del siglo XVIII fueron Mary Lindsey, Mary Harvey, Rachel Wall y Margaret Jordan.
En el siglo XIX, la piratería desapareció en Europa pero siguió en Latinoamérica, donde tenemos a María Cruz, negrera lisboeta, y Vanda, la compañera rusa del ex cura y pirata colombiano Domingo Muñoz.
Si nos vamos a oriente, Japón y China, también entre las tripulaciones había mujeres piratas.
Una de ellas fue Ching Shih (1785-1844). Violenta, inteligente y manipuladora pirata cantonesa, a la muerte de su marido Zheng Yi, amplió y comandó una flota de unos 1.800 barcos y más de 70.000 personas. Atacaba poblaciones de la costa china de Cantón, barcos de cualquier bandera, incluso enfrentándose a la flota imperial china. Prohibía el maltrato y la violación de las mujeres. Hacia 1810, el emperador le otorgó el perdón.
Ching Shih. Fuente: http://upload.wikimedia.org  
Bibliografía:
Piratas, entre la leyenda y la historia. Muy Historia, número 12.
Martínez García, Óscar. Piratas en el Caribe. Historia National Geographic número 26.
Lara Martínez, María. Piratas. La edad de oro de los filibusteros. Historia National Geographic número 62.
Recomendaciones:
Un par de películas:
El capitán Kidd, de Rowland V.Lee, 1945.
La mujer pirata, de Jacques Tourneur, 1951.
Y, cómo no, La canción del pirata de José de Espronceda:
 
 

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