10 marzo 2014

LEON BATTISTA ALBERTI

Por Carmen Lacasa Esteban. 

Licenciado en derecho canónigo, literato, arquitecto y un auténtico hombre del Renacimiento, Alberti sentó las bases de la arquitectura europea que se construyó hasta prácticamente la Primera Guerra Mundial, cuando aparecieron las Vanguardias. Santa Maria Novella en Florencia es su obra más conocida, pero fue el Templo de Sant’Andrea en Mantua el que se convirtió en el prototipo del templo cristiano por excelencia.

En el siglo XV, en Europa se inició una revolución cultural, el Humanismo, que tuvo su componente artística y arquitectónica en el Renacimiento. El Humanismo se extendió como concepto de entender la vida, como contraposición al mundo teocrático medieval. Repercutió en la arquitectura en el aspecto de la escala y de la métrica. El hombre era el centro de la cultura. La escala, pues, se humanizó; dejó de evocarse la supremacía divina.
Es una época donde se estudia a los clásicos (Platón, Aristóteles) en las universidades; donde la burguesía es una clase emergente y aparece la figura del mecenas; donde hay avances en matemáticas (aceptación de la numeración árabe), aritmética y óptica. Donde predomina la confianza en el hombre, en su conocimiento y capacidad, vinculado al pensamiento racional. El mundo de la antigüedad se elige como modelo.
El año 1418 representó el punto de partida, con la adjudicación a Filippo Brunelleschi del diseño y construcción de la cúpula de la catedral de Florencia, Santa Maria del Fiore. Brunelleschi es considerado el primer arquitecto “moderno”: es un artista individual, no anónimo y sometido a un gremio; su obra es un proyecto a priori y no consecuencia de sucesivas improvisaciones.
Leon Battista Alberti (1404-1472) nació en Génova. Provenía de una destacada familia florentina de humanistas (especialmente literatos) conectada con las esferas del poder, que tuvo que exiliarse por motivos políticos. Vivió durante un tiempo en Venecia, se graduó en derecho canónico en Bolonia y se trasladó a la Florencia de sus antepasados.
Retrato de L.B. Alberti. Fuente: http://umsoi.org
Su aparición en el mundo de la arquitectura fue progresiva y con posterioridad a la obra de Brunelleschi. Alberti primero se hizo reflexiones teóricas y luego realizó sus proyectos. Podría considerársele un hombre del Renacimiento, conocedor de todas las artes y escritor de tratados de escultura, pintura y arquitectura. El mundo que lo rodeaba era también diferente al de Brunelleschi: la sociedad había cambiado, había bonanza económica, cierta estabilidad política y un gran arraigo de las enseñanzas neoplatónicas.
“El proyecto ha de estar tan acabado que no deje nada a la improvisación”.
Conocedor del latín y de la práctica literaria, tradujo el tratado de Vitruvio “De Architectura”, reconociendo que se trataba de un libro oscuro y difícil. Ver entrada en este blog:
Su obra arquitectónica, escrita cuando contaba unos cuarenta años, “De re aedificatoria” lo muestra como un conocedor del espacio perspectivo. Se trata de un voluminoso y prolijo tratado de arquitectura en latín, compuesto por diez libros. Lo escribió entre 1443 y 1452, pero no se publicó hasta 1485, trece años después de su muerte.
Portada del libro “De re aedificatoria”. Fuente: https://covers.openlibrary.org
Sus obras se encuentran en tres ciudades distintas: Florencia, Rimini y Mantua, siendo fundamentalmente rehabilitaciones y fachadas.
Fachada del Palazzo Rucellai en Rimini, 1447
Con el palacio Ruccellai estableció una nueva tipología de palacio urbano, que se convirtió en el símbolo de poder de la familia Rucellai. Se trataba de un palacio compartimentado en niveles, de fachada ornamentada con la superposición de los tres órdenes y donde cada entablamento delimitaba una planta. Los tres órdenes tomados del Coliseo evocan la cultura clásica. Las ventanas, a pesar de mantener el recuerdo gótico del parteluz, se realizaron con arcos de medio punto y no ojivales.
Palazzo Ruccelai. Fuente: http://upload.wikimedia.org
Templo Malatestiano en Rimini, 1454
El proyecto consistió en la transformación de una iglesia antigua en moderna, encargo recibido por parte de Segismundo Malatesta. Intervino sobre la Iglesia de San Francesco, desvinculando absolutamente la obra nueva de la preexistente. Realizó una caja mural autónoma que envolvió la construcción medieval sin respetar ni siquiera los ejes de los huecos laterales.
El exterior no refleja el contenido del interior. La fachada remite a la composición de un arco de triunfo y los laterales a los acueductos. Se recuperan los ósculos, los basamentos, la denominación (templo y no iglesia) y la cúpula.
Tempio Malatestiano. Fuente: http://upload.wikimedia.org
Fachada de Santa Maria Novella en Florencia, 1455-1470
Se trataba de una iglesia medieval, cuya reforma la financió la familia Rucellai. En este caso sí se produce una relación mediadora entre la preexistencia y la fachada. A simple vista no parece medieval, pero se aprecia, por ejemplo, el rosetón disimulado con los círculos laterales y ornamentales; o la taracea florentina, aunque no dispuesta a la manera tradicional. Hay innovación respetando las preexistencias.
La fachada tiene dos niveles: en la parte superior, un remate en forma de frontón clásico que se incorpora a partir de este momento a la arquitectura, con volutas que ocultan los contrafuertes laterales. La parte inferior queda enfatizada por las columnas adosadas como ornamento, sin ninguna función portante o estructural.
Los cuadrados y rectángulos de la fachada están compuestos a partir de la sección áurea. Ver entrada en este blog: http://sabernoestademas.blogspot.com.es/2013/07/mario-botta-y-la-proporcion-aurea.html
Fachada de Santa Maria Novella. Fuente: http://upload.wikimedia.org
San Andrés de Mantua, 1470
Este proyecto supuso la creación y culminación de un prototipo histórico para el templo cristiano que ha sido el más imitado de la historia: una planta de cruz latina, donde la anchura del brazo principal es la mitad de la longitud. La planta está divida en cinco módulos, representados por cuadrados: tres en la nave principal y dos en las capillas.


La nave principal y las laterales están cubiertas con bóveda de cañón, decorada con casetones clásicos, rememorando la cobertura de las termas romanas, ornato introducido por Alberti. Los casetones aparecían en el Panteón como elemento estructural, mientras que Alberti los emplea solo como ornamentación.
Interior Sant’ Andrea de Mantua. Fuente: http://upload.wikimedia.org 
Planteó una cúpula en el crucero cuyo diámetro era igual a la anchura de la nave principal y los brazos del crucero, haciendo alusión al Panteón, como elemento enfatizador del crucero, la parte central, el propio concepto de espacio centralizado. Pero no se realizó; la que existe actualmente es del siglo XVII.
Se produce una concatenación de los órdenes: el orden mayor es para la nave central y las laterales y el menor para las capillas, reflejándolo tanto en el interior como en el exterior.
La obra se realizó a la muerte de Alberti, por lo que existen dudas sobre diversos elementos realizados en la fachada, entre ellos el frontón triangular (frontón clásico), pero sí parece obra suya la composición tripartita de la parte inferior de la fachada principal (alusiva a los arcos de triunfo). En las laterales también se duda sobre su autoría.
 Exterior Sant’ Andrea de Mantua. Fuente: http://images.visititaly.com
Bibliografía:
Arnau Amo, Joaquín. La teoría de la arquitectura en los tratados. Alberti. Ed. Tebar Flores
 

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