La historia del pueblo fenicio abarca 2500 años
de historia, desde que hacia 3000 a.C. se fundaran las ciudades de Tiro, Ugarit
o Biblos hasta el 500 a.C. cuando son absorbidos por otras civilizaciones, en
concreto por la babilónica de Nabucodonosor II.
Es imposible resumir en unas líneas toda la
historia de este pueblo, por lo que en este post me centraré en el comercio.
Como sucede con todas las
civilizaciones antiguas, el nombre con el que los fenicios han pasado a la
historia no suele ser el nombre que utilizaban ellos mismos para
autodenominarse. En realidad, ellos se llamaban a sí mismos kinanu, que significa púrpura, color por
el que eran famosas sus túnicas. Al no existir prácticamente ninguna
información escrita por ellos, toda la información de que se dispone proviene
de fuentes griegas. De ahí que se les conozca con el nombre de phoinike, que en griego significa rojo,
púrpura, palmera, y del que deriva el vocablo fenicio.
El hecho de que se les conociera por el nombre de un color, el púrpura,
es por su famosa manufactura de suntuosas telas teñidas con ese color; un color
característico e indeleble que sólo ellos sabían producir y del que mantenían
la fórmula en secreto. Este tinte se obtenía a partir de dos gasterópodos muy
comunes en su territorio, especialmente en Tiro: el Murex trunculus y el Murex
brandaris.
Murex trunculus. Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Murex_sp.jpg
El molusco se desprendía de su caparazón y se le extraía la glándula
hipobranquial, que se ponía al sol en una cacerola poco profunda con agua de
mar. Al descomponerse se producía un líquido que era usado para tintar. En
función del grado de descomposición, tenía diferente tonalidad desde el rosa
pálido hasta el púrpura intenso.
Los griegos bromeaban diciendo que reconocían una ciudad fenicia desde
lejos por su hedor, lo cual no era de extrañar dada la forma de fabricación del
producto principal con el que comerciaban.
Los fenicios fueron pioneros en establecer un circuito comercial por el
Mediterráneo. Podría decirse que hay cuatro etapas en la expansión comercial de
los fenicios:
-
La primera (hasta s. XII a.C.), en la que se
establecen relaciones comerciales con Anatolia y Egipto y se fundan factorías
en Chipre.
-
La segunda (s. XII-IX a.C), cuando las naves
fenicias recorren el norte de África, Sicilia, Cerdeña y Córcega, pudiendo
llegar a Cádiz.
-
La tercera (s. IX-VII a.C), explorando las costas
ibéricas, marroquí atlántica y portuguesa.
-
Y la cuarta (s.VII a.C.), donde hay evidencias
textuales, no arqueológicas de su visita a las islas Azores, Canarias y
Cassitérides.
Originarios de la costa este del Mediterráneo, los primeros asentamiento
conocidos son los de Biblos (cuyos restos más antiguos datan de 2700 a.C.),
Sidón, Tiro o Ugarit. Ya en la Edad del Bronce Final recorrían la costa de
Canaán para comerciar. Pero fue a partir de la Edad del Hierro (siglo X a.C.)
cuando su actividad comercial se desplegó en todas direcciones.
Mapa de rutas comerciales fenicias. Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Rutas_comerciales_fenicias-es.svg
Sirviéndose de sus conocimientos sobre astronomía y de las mejoras en la
construcción de barcos y en la navegación, los fenicios se lanzaron a su gran
expansión marítima. Buscaban las materias primas y las riquezas que su comercio
precisaba.
Nave de comercio fenicio llegando a Faros, de Albert Sebille. Fuente: http://www.allposters.com/-sp/Phoenician-Trading-Vessel-Arrives-at-Pharos-Posters_i1867949_.htm
La manera de comerciar de los fenicios era muy particular. En un primer
estadio de contactos, se producía una exploración de la zona en la que el barco
se acercaba a una playa y los tripulantes dejaban extendidas las mercancías
sobre la arena. Después encendían una hoguera como aviso y volvían a la nave
para esperar la respuesta de los pobladores. Estos depositaban las mercancías
que ofrecían y se alejaban para ver la respuesta de los fenicios. Si aceptaban,
cogían lo ofrecido y se iban; si no, se volvían al barco a esperar que los
costeños incrementaran la oferta. Esta operación se repetía tantas veces como
fuera necesario hasta llegar a un acuerdo en el trueque de mercancías.
Si el lugar les ofrecía posibilidades económicas, los fenicios
establecían una factoría: un pequeño enclave con algunas casas y almacenes,
habitualmente ubicado junto a fondeaderos accesibles. Estas factorías se
convertían en el punto de intercambio permanente con los habitantes del país y
eran el destino periódico de las naves fenicias, posibilitando, además, algunas
rutas de interior.
La factoría podía llegar a convertirse en colonia, donde los fenicios
fundaban una auténtica ciudad, siempre y cuando la estructura sociopolítica de
la zona permitiera su dominio comercial. Huían de estados complicados o con
poderes políticos sólidos.
El comercio no excluía acciones de saqueo y captura de esclavos, una de
las mercancías más valiosas de la antigüedad, pero parece que quedan diluidas
por su gran fama de comerciantes exitosos.
Quizá pueda parecer que los fenicios fueron los primeros “emprendedores”
de la historia, pero en realidad su salida al exterior fue consecuencia de las
circunstancias que los rodeaban: pérdida de territorios, deforestación, presión
demográfica, necesidad de abastecerse de productos agrícolas, incursión de los
ejércitos asirios y babilonios… Todo ello hizo que se plantearan la salida
hacia el mar para establecer un comercio lejano.
Los fenicios comerciaban con sus productos manufacturados: muebles y
objetos de ebanistería, vestidos de lana y lino teñidos con la famosa púrpura,
estatuillas y cuencos decorados en bronce, platos, fuentes y jarros de bronce y
plata, collares, pulseras, pendientes, colgantes y otros objetos de orfebrería
en metales nobles, vidriados, marfiles decorados y cerámicas. Todos estos
objetos eran fabricados en los talleres fenicios cuyo oficio se transmitía de
padres a hijos y estaban, además, organizados en corporaciones profesionales
bajo la autoridad de un gran maestro.
Jarrones fenicios. Fuente: http://www.arqhys.com/construccion/fotos/construccion/Arte-de-Fenicia.jpg
La reputación de los técnicos y artesanos fenicios era tal que incluso
trabajaron en las cortes de Asiria, Babilonia, Persia o Israel.
Pero para fabricar estos productos necesitaban materia prima, de la que
apenas tenían. Obtenían la madera de cedro y abeto del Líbano, el cobre de
Chipre, el oro y la plata de Etiopía, Asia Menor y Tartessos (en la actual
Andalucía) de la cual también obtenían el hierro y el estaño; el marfil
provenía de India a través del Mar Rojo o de África a través de Egipto, Cartago
y otras colonias africanas.
Las materias primas que sí obtenían en su territorio original eran la
púrpura, extraída del múrice, y la pasta de vidrio.
A la izquierda, una muestra del color específico del púrpura de Tiro y, a
la derecha, una muestra inespecífica más clara, que permite ver su matiz. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%BArpura
Aunque es cierto que una de las razones fundamentales de los fenicios
para comerciar era la búsqueda de metales, especialmente plata y estaño, hubo
otro aspecto en el que también destacaron: en la recogida de chatarra y su reciclaje.
Los comerciantes fenicios recorrían el oeste del Mediterráneo buscando
artilugios metálicos amortizados por los naturales de la zona, especialmente de
bronce. Los cambiaban por herramientas y armas de hierro, más resistentes y
baratas de producir. Y con lo obtenido se trasladaban a Fenicia donde lo
fundían y lo convertían en objetos de lujo.
Hay evidencias de que llegaron a la costa atlántica, ya que se
establecieron en Marruecos, con la clara intención de controlar el estrecho de
Gibraltar y eliminar competidores. Y también que llegaron a Portugal, donde
tenían establecimientos.
Es también posible que desde Marruecos y Portugal llegaran a las Islas
Canarias o a las Azores, aunque no hay evidencias arqueológicas de ello.
Lo que sí podría calificarse, quizá, de ficción
sería una serie de viajes a lejanos confines de los que nos hablan el
historiador Herodoto y la Biblia. Sería, por ejemplo, el viaje por el mar Rojo
hasta el país de Ofir (que quizá sea Somalia, Yemen o India). O la
circunnavegación de África por encargo del rey egipcio Necao II. O el viaje de
Himilcón a Cornualles y de Hannón a Senegal.
Sea como fuere, los fenicios abrieron el mar Mediterráneo al comercio
entre países, acercaron culturas mediante el trueque de objetos y establecieron
muchas de las ciudades en las que aún seguimos viviendo.
Bibliografía:
González Wagner, Carlos, La
civilización del mar. Dueños del Mediterráneo y del comercio, Historia de
la Humanidad, Tomo 6, Arlanza ediciones.
Vich Sáez, Sergi, Navegación y
mercaderes. La intensa actividad fenicia, Historia y Vida nº 444.
Vich Sáez, Sergi, La expansión
fenicia. Colonización del Mediterráneo, Historia y Vida nº444.
Me llamó mucho la atención su método de mercadeo en sus etapas iniciales, muy interesante e inspirador, por lo menos no despertaban la desconfianza.
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