Por Carmen Lacasa Esteban.
Antes de ser uno de los barrios más conocidos de la ciudad de Valencia, Russafa fue un municipio independiente. Tal vez por ello sigue conservando un estilo diferente al resto de la ciudad.
Russafa da nombre a un
barrio de Valencia y a la calle principal que lo comunica con el centro de la
ciudad. Como barrio, limita con el barrio de Sant Francesc al norte, con Pla
del Remei y Gran Via al este, Montolivet, En Corts y Malilla al sur y con la
Roqueta y Arrancapins al oeste. Como calle, nace en la plaza del Doctor Landete
y llega hasta la plaza del Ayuntamiento.
Antes de ser un barrio de
Valencia (lo que sucedió en 1877), fue un municipio independiente (1811-1877) cuyo
término municipal se extendía por el suroeste hasta la Albufera, incluyendo en
su término las actuales pedanías de Pinedo, El Saler y la Punta y los barrios
actuales de Natzaret, Font de Sant Lluís, Malilla y Montolivet; es decir que, además
del distrito del Eixample (donde está Russafa), le pertenecía todo el distrito
de Quatre Carreres.
El municipio se creó a
raíz de un pequeño núcleo rural que quedó fuera de las murallas en el siglo XIV
cuando éstas se ensancharon, convirtiéndose en un arrabal que mantuvo su
carácter agrícola.
En 1860 se construyó en las proximidades de la puerta de
Russafa la Plaza de Toros de Valencia; hay que recordar que las murallas serían
derribadas en 1865.
Pero, ¿cuál es el origen de
Russafa?
Para saberlo, nos tenemos
que remontar hasta el siglo VIII. En este siglo, existió en Valencia un
importante jardín, llamado al-Russafa, creado por el príncipe Abd-Allah Al-Balansi,
apodado así, “el valenciano”, por los muchos años que vivió en Valencia. Era
hijo de Abd Al-Raman I (Abderramán I), califa de Córdoba que había construido
una magnífica residencia, llamada al-Russafa, emulando los famosos jardines que
el gran califa Hixam I había construido en Siria, entre la ciudad de Palmira y
el río Éufrates en el año 728.
Abd-Allah Al-Balansi
había pasado su infancia en el palacio real cordobés y quiso construirse en
Valencia su propia residencia, para lo cual eligió una zona próxima a la ciudad
(a unos 2 km) y bien comunicada con ésta. El nombre era el mismo que el de la
residencia real de su padre: al-Russafa.
Por desgracia, el palacio
valenciano desaparecería muy pronto, debido a que los descendientes del
príncipe no residieron en Valencia y, por lo tanto, no lo usaron. Pero los
jardines sobrevivieron, perdurando durante cuatro siglos, transformados en los precursores
del parque público, ya que se convirtieron en lugar de recreo. Fueron elogiados por varios poetas, sobre todo por Abu Abd-Allah Muhammad ben Gualibel, llamado Al-Russafi por haber nacido en la zona próxima a la residencia
del príncipe.
Durante sus cuatro siglos
de supervivencia, los jardines de Russafa fueron una posición clave para la
toma de Valencia por el Cid Campeador y también participaron en la conquista de
Jaume I en 1238. Las tropas reales acamparon en estos jardines, desde donde sitiaron
Valencia. El rey residió allí durante la campaña y fue allí donde se celebró la
capitulación de la ciudad entre Zayyan ibn Mardanish y Jaume I.
A partir de este momento,
desaparecen las menciones a los jardines de Russafa en las crónicas, aunque perduraría
su recuerdo en la tradición oral, posiblemente porque los conquistadores
convirtieron estos jardines en tierras de labor y construyeron una alquería,
que es la que daría origen al poblado primigenio.
Ese pequeño poblado es ahora uno de los barrios con más historia de Valencia.
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