27 octubre 2013

EGIPTO PREDINÁSTICO

Por Carmen Lacasa

Hablar del Antiguo Egipto siempre trae a la mente imágenes de pirámides, de templos, de reyes megalómanos y de tesoros enterrados y ocultos aún por descubrir. Pero Egipto, como todos los demás estados, tuvo una evolución histórica y un comienzo. Precisamente de ese comienzo habla este documento: del Egipto predinástico.   
Tratar de resumir 3000 años de historia en un breve “post” es una tarea poco menos que imposible; aún así, creo que vale la pena intentarlo.
Empezaremos por hacer una brevísima cronología:
-      Entre 6000 y 4500 a.C.: neolitización del valle del Nilo
-      Entre 4500 y 3900 a.C.: cultura Badariense
-      Entre 3900 y 3100 a.C.: cultura de Nagada
-      3100 a.C.: unificación de Egipto por Narmer, primer rey de la I Dinastía.
Durante el período comprendido entre 6000 y 4500 a.C. se produjo la NEOLITIZACIÓN del valle del Nilo. Neolitización es el paso de una economía de subsistencia a una economía de producción. Las comunidades humanas dejan de ser cazadoras-recolectoras y pasan a ser productoras de alimentos. Se practica la agricultura (cereales, hortalizas), la ganadería (bóvidos, ovejas, cabras, cerdos), el perro es un animal domesticado y aparece la cerámica, la cestería y el tejido.
La neolitización considerada como universal es la que se produjo en el próximo oriente asiático, en una región comprendida entre la franja sirio-palestina y los Montes Zagroz, y que empezó en el noveno milenio antes de Cristo. En este proceso apareció la agricultura en primer lugar, luego la ganadería y por último la cerámica. Recientes estudios en el norte de África han conducido a encontrar evidencias de una neolitización igual de antigua, pero donde la cerámica aparece en primer lugar, luego la ganadería y siendo la agricultura algo secundario. Es decir, en el Sahara se documenta la cerámica utilitaria más antigua del mundo.
A diferencia del Sahara y del Próximo Oriente donde la neolitización es muy temprana, en el valle del Nilo la neolitización es más bien tardía y no se da hasta el sexto milenio antes de Cristo. Esto es debido, muy probablemente, a que en el valle del Nilo el medio fue suficientemente abundante como para permitir a las comunidades humanas seguir viviendo de la caza, la pesca, la recolección y, en definitiva, de la explotación de los recursos fluviales; lo que hacía innecesaria una economía de producción. El trigo, las ovejas y las cabras llegaron del Próximo Oriente y la talla lítica, la fabricación y decoración de la cerámica del Sahara.
Un apunte antes de seguir, relativo a las denominaciones de Alto y Bajo Egipto que se van a repetir a partir de ahora con bastante frecuencia:
-     Se conoce como Alto Egipto la zona comprendida entre la primera catarata del Nilo (lo que ahora es la presa de Asuán) y el comienzo del Delta del Nilo (la antigua ciudad de Men-Nefer o Menfis); es decir, la zona sur de Egipto.
-     Se conoce como Bajo Egipto la zona del Delta del Nilo; es decir, la zona norte de Egipto.
Esta denominación podría parecer una contradicción, pero no es así, ya que el Nilo “desciende” desde el sur hacia el norte, con lo que la zona más alta del país (topográficamente hablando) es el sur y la más baja es el norte.
En Egipto se distinguen dos grandes áreas de civilización neolítica, denominadas área A y área B.
El área A data de finales del sexto milenio a.C. y se produce en el Bajo Egipto, es decir, en el norte del país; en concreto en delta occidental. No se trata de una cultura unitaria, ya que los yacimientos encontrados (Merimda Beni Salama, oasis de El-Fayum) presentan diferencias culturales y costumbres funerarias diversas.
El área B, en cambio, corresponde al sur del país, al Alto Egipto, y es algo más reciente puesto que se fecha desde mediados del quinto milenio a.C. Es la llamada CULTURA BADARIENSE (4500-3900 a.C). Se trata de una civilización homogénea, concentrada en un pequeño tramo del río Nilo en el centro del Alto Egipto. Conocían el trabajo del metal por percusión, en concreto, del cobre. Y también tenían una cultura funeraria homogénea: los enterramientos se hacían en necrópolis separadas de las zonas de vivienda y ubicadas en el desierto; los cuerpos se enterraban en fosas circulares, colocados en posición fetal, con la cabeza hacia el sur, mirando hacia occidente; había ofrendas de cerámica en las tumbas, una cerámica roja con los bordes y el interior de color negro sin decoración. Aún no existía la momificación; los cuerpos quedaban momificados de forma natural, a causa de la sequedad de la arena del desierto 
 
Si nos atenemos a la mentalidad de los antiguos egipcios, que pensaban que el sur era la región de donde procedían las aguas fecundantes, fertilizadoras y revitalizadoras de la crecida del Nilo, y occidente era el reino de los muertos, podríamos estar, probablemente, ante la primera documentación de unas creencias que después serían características del Egipto histórico. Lo que lleva a concluir que fue precisamente en el Alto Egipto donde tuvo lugar el proceso gradual que condujo desde el neolítico hasta el Egipto histórico.
La cultura badariense dio paso a la CULTURA DE NAGADA, que se extiende a lo largo del cuarto milenio a.C. y que recibe su nombre a partir del yacimiento de Nagada, situado en el corazón mismo del sur del Alto Egipto, en la zona que se indica en el siguiente mapa:
 
En este mapa, se define por primera vez los estados incipientes del Alto Egipto predinástico: el reino de Hieracómpolis al sur; el reino de Nagada en el centro, que ocupa la parte meridional del meandro del Nilo; y el reino de Tinis-Abydos al norte (Tinis es el nombre de la ciudad, que no ha sido excavada; y Abydos es el de la necrópolis correspondiente, que sí ha sido excavada).
En estos centros es donde la arqueología documenta de forma más clara un incremento de la población, un incremento paulatino de la jerarquización social, la especialización del trabajo y la presencia de cementerios para las élites, con tumbas cada vez más ricas, tanto desde el punto de vista arquitectónico como desde el punto de vista de los ajuares y la iconografía. Lo que llevó a la formación de los primeros estados tempranos del valle del Nilo.
La cultura de Nagada se extiende entre 3900-3100 a.C. aproximadamente, abarcando casi totalidad del cuarto milenio, y se subdivide, a su vez, en distintas etapas:
-          Nagada I 3900-3750 a.C.
-          Nagada II 3750-3300 a.C.
-          Nagada III 3300-3100 a.C.
Cada una de estas etapas se subdivide en otras como, por ejemplo, Nagada IIBC o Nagada IIIAB, pero que no vamos a diferenciar en este documento.
Durante Nagada I, los yacimientos se encuentran en centro del Alto Egipto y también en el área inmediatamente adyacente por el sur hasta Hieracómpolis, extendiéndose por la mayor parte del sur del Alto Egipto. La cerámica es de color rojo con motivos decorativos blancos; motivos humanos, animales, vegetales o geométricos, inspirados en el medio fluvial y de las tierras inmediatamente adyacentes. Se han encontrado cabezas de maza discoides (arma depositada como ofrenda funeraria en las tumbas); paleta para mezclas cosméticas de grauvaca (roca detrítica grisácea) con forma de antílope; y estatuillas llamadas barbados que proceden de las tumbas de las élites. Son particularmente significativas si tenemos en cuenta que la barba, en tiempos históricos, será una prerrogativa del rey y de los dioses, es decir, un símbolo de poder.
 
Durante Nagada II, la cultura Alto Egipcia se extiende hasta el norte del propio Alto Egipto e incluso hasta el Delta, de manera que a finales de Nagada II, todo el valle del Nilo presenta una cultura material relativamente homogénea, originaria del Alto Egipto. La cerámica es de color beige con decoraciones en marrón o rojo oscuro; los motivos se inspiran en el medio nilótico y destacan las barcas de múltiples remos, que se asocian al simbolismo funerario. Se han encontrado mazas piriformes, consideradas símbolo de la realeza faraónica por ser el arma que el rey blande ante el enemigo atado y arrodillado.
De esta etapa, son especialmente importantes las tumbas T16 y T23, halladas en la necrópolis de Hieracómpolis, el cementerio HK6. El cementerio HK6 es importante porque en él se documentan por primera vez algunos de los rasgos definidores de la cultura funeraria del Antiguo Egipto.
La tumba T23 estuvo rodeada por una valla; tenía una pequeña capilla funeraria cerca de la cual se han inhumado objetos tallados en sílex, como armas y pequeñas tallas que representan animales salvajes como un íbex o un ovino salvaje; lo que hace pensar en uno de los temas recurrentes en el Antiguo Egipto: el dominio del hombre sobre los animales. También se han recuperado alrededor de seiscientos fragmentos correspondientes a una estatua humana de piedra caliza, posiblemente del rey enterrado en ella. Se trata de la estatua humana más antigua documentada de la historia del arte egipcio. Los fragmentos mejor conservados corresponden a la nariz y a las orejas y a partir de ellos, se ha podido deducir que se trataría de una estatua de tamaño casi natural.
En la transición de Nagada II a Nagada III, la situación política y cultural del Alto Egipto se transforma profundamente. De los tres grandes núcleos urbanos de la región, Hieracómpolis, Nagada y Tinis-Abydos, fue este último el que estuvo a la cabeza y se convirtió, probablemente desde principios de Nagada III, en la capital de un nuevo reino predinástico unificado del Alto Egipto. Estos tres estados incipientes se unieron muy a principios de Nagada III en un único reino unificado que emprendió un proceso de expansión política y militar, que lo llevó por el sur hasta la altura de Elefantina (es decir, a la altura Asuán, la primera catarata) y por el norte hasta el Mediterráneo.
Es importante tener presente que este proceso de unificación política y militar de las Dos Tierras estuvo precedido por un proceso de unificación cultural que se desarrolló durante Nagada II y que supuso que la cultura del sur, la cultura del Alto Egipto, se expandiera por todo el valle del Nilo, y en especial por el delta, es decir por el Bajo Egipto. Se impuso la tradición cultural material de Abydos (cerámica, industria lítica, objetos en metal, artefactos construidos por el ser humano, patrones de asentamiento, necrópolis, tumbas) en todo el valle del Nilo.
No se sabe por qué mecanismos se produjo esta unificación cultural, pero algunos autores han avanzado la hipótesis de que fuera el resultado de un proceso de colonización del Delta por parte de las élites del Alto Egipto, para asegurarse el control de las vías de comunicación por las cuales llegaban a Egipto bienes y materias de prestigio desde el continente asiático.
En Nagada III es especialmente importante la tumba denominada tumba U-j de Abydos, ya que en ella se han encontrado los primeros testimonios de ESCRITURA JEROGLÍFICA en el valle del Nilo. Se trata de pequeñas inscripciones vinculadas a las ofrendas funerarias y suponen el estadio inicial del proceso de formación de la escritura egipcia. Las inscripciones pintadas sobre vasos de la tumba U-j consisten en uno o dos signos. Cuando se trata de dos signos, uno de ellos es siempre el signo de un animal; mientras que el otro parece hacer referencia a un lugar. El signo de animal que más se repite con diferencia es el del escorpión.
También se han encontrado inscripciones de signos grabados sobre etiquetas de hueso o marfil, cuyas dimensiones oscilan entre 1 y 4 cm de lado y que tienen un agujero que permitía sujetarlas a las ofrendas a las que se relacionaban. En la mayoría de los casos, los signos constituyen la forma arcaica de los signos de la escritura jeroglífica definitivamente constituida. Estas inscripciones son de dos tipos: por un lado, tenemos cifras, y por otro lado, designaciones, especialmente de lugares. Probablemente, las dos inscripciones más interesantes de la tumba U-j son la de la siguiente fotografía.
Cada una de las dos etiquetas contiene tres signos. De estos tres signos, los primeros dos, con ligeras variantes formales, son idénticos en las dos etiquetas. Se trata de una serpiente y de una montaña. Estos dos símbolos se leen djw, que significa montaña. En cuanto al tercer signo de cada inscripción: el de la derecha es un ibis crestado y sirve para escribir la palabra egipcia i3hw, que significa luz; el de la izquierda es un cielo del que pende un astro y sirve para escribir la palabra egipcia grh, que significa noche u oscuridad. Así pues, las dos inscripciones pueden leerse djw i3hw, o Montaña de la luz, la de la derecha y djw grh, o Montaña de la oscuridad, la de la izquierda.
Datan de este período toda una serie de documentos iconográficos que conocemos con el nombre de DOCUMENTOS DE LA UNIFICACIÓN, que son testimonio elocuente de este proceso y que se encuentran en los soportes y en la iconografía.
En cuanto a soportes, los documentos de la unificación pueden ser pinturas murales o pinturas sobre tejidos; relieves esculpidos sobre mangos de cuchillo ritual de marfil de hipopótamo o relieves sobre paletas votivas de grauvaca o sobre cabezas de maza también votivas de piedra caliza.
En cuanto a la iconografía de los documentos de la unificación, hay básicamente cuatro temas: la guerra y el dominio; la caza; el ritual regio y la dialéctica orden-caos. Temas a través de los que se expresa la ideología faraónica naciente.
Los frescos de la fotografía están pintados en los muros de la llamada tumba 100 de Hieracómpolis, fechada muy a finales de Nagada IICD, es decir, algo antes de 3300 a.C. El tema principal es una procesión de barcas, posiblemente con significado funerario. Además hay temas secundarios asociados a la caza, a la guerra y al dominio. En la imagen se puede ver el famoso tema del señor de los animales: un personaje entre dos leones rampantes, en este caso rojo el de la izquierda y negro el de la derecha. También aparece la primera representación conocida del motivo de la masacre del enemigo, destinado a convertirse en uno de los temas iconográficos más significativos de la realeza faraónica histórica.
De Nagada IIIAB (hacia 3300-3100 a.C.), es decir, ya propiamente del período de la unificación, data el cuchillo de Djebel el-Arak. En la parte superior del recto de este hermoso objeto, podemos ver el motivo del señor de los animales, pero esta vez con una factura claramente elamita o mesopotámica; evidencia de contactos e influencias que en este momento hubo entre Egipto y el golfo Pérsico.
De Nagada IIIAB (hacia 3300-3100 a.C.) datan las grandes paletas votivas decoradas. Las más antiguas no presentan su decoración organizada en registros horizontales. En la paleta de la fotografía se representan las dos modalidades posibles de caza: la caza al herbívoro, que es alimenticia y por lo tanto sin peligro; y la caza al carnívoro, a la gran fiera salvaje, en este caso al león, que es una caza peligrosa, y por lo tanto socialmente prestigiosa.
De Nagada IIIAB (hacia 3300-3100 a.C.) datan también, finalmente, las grandes cabezas de maza votivas decoradas, las más importantes de las cuales son la cabeza de maza de Escorpión, que es la de la fotografía, y la de Narmer. En ella el rey aparece representado en forma humana, ataviado con el atuendo ritual, el faldellín corto y la cola de toro, tocado con la corona blanca y portando en la mano una azada. La escena corresponde muy probablemente a la fundación de un templo.
Pero sin duda, el más importante de los documentos de la unificación es la famosa Paleta de Narmer, que hoy se guarda en el Museo del Cairo. Fechada alrededor de 3100 a.C., es considerada por los egiptólogos como el documento que señala el final del pre-Dinástico y el principio del Dinástico, de la Primera Dinastía, de la cual Narmer sería el primer faraón.
En la Paleta de Narmer la decoración se organiza en registros horizontales y el rey aparece representado cuatro veces: dos en forma humana y dos en forma animal. En el registro superior de las dos caras de la paleta tenemos representada a la diosa Bat a lado y lado del serej con el nombre del rey.  En el recto de la paleta, en el segundo registro, podemos ver al rey en forma humana presidiendo una procesión militar que se dirige hacia una serie de enemigos decapitados. En el registro inferior, podemos ver al rey en forma de toro que embiste enemigos y destruye fortalezas. En el registro central dos serpopardos, es decir dos animales fantásticos mitad felinos y mitad serpientes (de clara influencia mesopotámica), entrelazan sus cuellos formando el círculo que en las paletas más antiguas servía para la mezcla de cosméticos.
En el verso de la paleta, tenemos al rey representado en forma humana en el conocido motivo de la masacre del enemigo, que aquí recibe su forma canónica y definitiva. Además también tenemos representado al rey en forma de un halcón que sujeta una personificación de la tierra del delta, de la Tierra de los Papiros, que se ven brotar inmediatamente por debajo del propio halcón. Este último motivo alude muy probablemente al dominio del rey sobre el Bajo Egipto, y por tanto al hecho de que la unificación de las dos tierras estaría ya completada.
No en vano, en la Paleta de Narmer, el rey aparece tocado por primera vez en un mismo documento, con lo que a partir de ahora será la corona roja del Bajo Egipto (a la izquierda) y la corona blanca del Alto Egipto (a la derecha). Esto significa que el estado dual histórico está ya en marcha.
Una vez completada la unificación hacia el 3100 a.C., los reyes unificadores abandonaron Abydos como lugar de residencia y se establecieron en Menfis, fundada en el vértice del delta, en el límite mismo entre el Alto y el Bajo Egipto, y convertida a partir de ahora en la capital del nuevo Egipto unificado.
Bibliografía:
Cervelló, J. “Orígenes”, tema 1 del curso Egiptología impartido online por la Universitat Autònoma de Barcelona a través de la plataforma Coursera.
Kemp, B.J. 1989. Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization. Londres: Routledge, p. 22.
Sobre los últimos descubrimientos en el cementerio HK6 de Hieracómpolis:
Friedman, R. Hierakonpolis. En: Teeter, E. (ed.) 2011. Before the Pyramids. The Origins of Egyptian Civilization (OIMP 33), Chicago: Oriental Institute (cap. 4).
Sobre la tumba U-j y la invención de la escritura en Egipto:
Wengrow, D. The Invention of Writing in Egypt. En: Teeter, E. (ed.) 2011. Before the Pyramids. The Origins of Egyptian Civilization (OIMP 33), Chicago: Oriental Institute (cap. 11);
Dreyer, G. Tomb U-j: A Royal Burial of Dynasty 0 at Abydos. En: Teeter, E. cit. cap. 14).

 

5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. De nada. Es un breve resumen. Espero que te haya servido.

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  2. ¡Tremenda explicación! Clara y sucinta, me ha ayudado mucho en el examen -- ¡mil gracias!

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    1. De nada, me alegro de que te haya servido para estudiar.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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