HISTORIA

Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro. Confucio

ARQUITECTURA

Los médicos tapan sus errores con tierra, los abogados con papeles y los arquitectos aconsejan poner plantas. Frank Lloyd Wrigth

ARTE

El más largo aprendizaje de todas las artes es aprender a ver. Jules Goncourt

ACTUALIDAD

Porque no todo es historia

PROTAGONISTAS

Sin ellos, no hay historia

14 septiembre 2013

LEONOR DE AQUITANIA

Cuando miro atrás y contemplo mi larga y tempestuosa vida, me doy cuenta de que gran parte de lo que me ha sucedido –mis triunfos y casi todos mis infortunios- se debe a mis apasionadas relaciones con los hombres. Yo era una mujer que se consideraba igual que ellos –y en muchos aspectos, superior- pero parecía depender de ellos, al mismo tiempo que procuraba ser la parte dominante, actitud que no podía dar como resultado una existencia armoniosa”.
Así comienza el libro “Las Cortes del Amor” de Jean Plaidy (seudónimo de la escritora británica Victoria Holt) y que relata la vida de Leonor de Aquitania a modo de autobiografía, en primera persona.
Este párrafo introductorio podría ser un resumen perfecto de lo que fue su vida. Sin embargo, mucha gente se preguntará quién fue esta mujer. Quizá el nombre de Ricardo Corazón de León sea más conocido. Pues bien, Ricardo fue hijo de Leonor de Aquitania; fue, de hecho, el hijo favorito. 
Leonor de Aquitania (en francés Aliénor d'Aquitaine o Éléonor de Guyenne y en inglés Eleanor of Aquitaine) nació en Poitiers en el año 1122. Hay fuentes que dicen que nació en 1120 y otras que nació en 1124; en definitiva, nació a principios del siglo XII, en plena Edad Media europea. Una época convulsa, de constantes rivalidades por obtener territorios y donde la conspiración y las alianzas (generalmente mediante matrimonios entre herederos de cualquier edad) estaban a la orden del día. Fue reina de Francia y reina de Inglaterra, y tres de sus hijos fueron reyes: Ricardo Corazón de León, Juan Sin Tierra y Leonor (casada con Alfonso VIII de Castilla).
Pero para conocer a Leonor de Aquitania, más allá de fechas y hechos históricos, es necesario conocer el ambiente en el que nació y vivió hasta su primer matrimonio; y al que regresó cuando su segundo matrimonio se desmoronó. Aquitania era un inmenso ducado situado al suroeste de la actual Francia, a quien rendía vasallaje, lo que significaba que existía un vínculo de dependencia y fidelidad entre ambos territorios y que se traducía en el pago de tributos del vasallo al señor. Las tierras de Aquitania se extendían desde el río Loira hasta los Pirineos, comprendiendo los territorios de Poitou, La Marca, Auvernia, Périgord, Agenais y Gascuña.
El abuelo de Leonor, Guillermo IX de Aquitania, cuyo sobrenombre era El Trovador, era conocido por ser poeta, rey de trovadores, aventurero y libertino. En su corte predominaba la buena comida, el buen vino y la cultura. Se organizaban veladas en las que participaban acróbatas venidos de todas partes y juglares que cantaban las alabanzas del amor cortés, algo que estaba muy de moda en aquella época. Se hacían veladas de poesía, sobre todo caballeresca, relatando aventuras de uno y otro héroe. Todo este ambiente de cultura y cortesía influyó en la personalidad de la duquesa de Aquitania que, durante toda su vida, promovió las artes y la cultura allá donde vivió.
Quizás fuera debido también a que tuvo una educación más propia de un varón que de una mujer, teniendo en cuenta que hablamos del siglo XII. Su padre, Guillermo X, la instruyó en el arte de leer y escribir (en latín y en su lengua vernácula, el occitano, la “langue d’Oc”), la cetrería, la caza e, incluso, la estrategia militar. También se encargó de que Aquitania solo pudiera ser heredada por sus descendientes directos y que nunca pasase a manos del cónyuge, por lo que la heredera del ducado siempre tendría el poder de sus tierras.
Cuando tenía unos quince años, la casaron con Luis, el que sería el futuro rey Luis VII de Francia, que tenía un año más que ella. Luis no era el primogénito y estaba predestinado al clero, pero la muerte de su hermano lo llevó al trono. Parece ser que Luis VII fue muy devoto durante toda su vida, observando estrictamente los preceptos cristianos establecidos en la época. Todo lo contrario a Leonor que, acostumbrada a vivir un ambiente cortesano liberal, encontró la corte francesa fría y austera; un lugar aburrido y conservador donde no había trovadores ni poesía ni veladas distendidas. Sus intentos por llevar un poco de la cultura provenzal, de copiar el ambiente del que venía, fueron tachados de escandalosos. Llenó la corte con juglares, música, en un intento de proteger y ayudar a la poesía trovadoresca, tal como habían hecho su padre y su abuelo antes que ella.
Pero no solo se dedicó a celebrar veladas y a divertirse. También gobernó personalmente sus territorios; nunca los dejó en manos de sus esposos ni delegó el gobierno en asesores. Nunca se amedrentó a la hora de resolver asuntos políticos, económicos o militares. Era, lo que podría llamarse, una mujer de armas tomar.
El matrimonio con Luis VII nunca fue feliz. Tardaron ocho años en tener descendencia y fue una mujer la que nació, María, que se convertiría en condesa de Champaña. Las desavenencias se hicieron evidentes cuando Leonor apoyó a su hermana Petronila, que se casó con Raúl de Vermandois, primo del rey y ya casado, por lo que se consideraba bígamo. Surgieron conflictos diplomáticos entre Francia y el Vaticano, se produjo una revuelta y una tragedia: hombres de Leonor quemaron una iglesia con gente dentro. Para obtener el perdón de Dios y acallar la conciencia, Luis VII, aconsejado por Bernardo de Claraval, gestó la Segunda Cruzada.
Fue ésta una ocasión idónea, acompañar a su esposo en la Cruzada, que Leonor aprovecharía para reunirse de nuevo con su tío Raimundo de Poitiers, señor de Antioquía. El rey fue incapaz de evitar que Leonor viajar con él; primero, porque sin el apoyo de Aquitania fracasaría la cruzada y segundo porque, a pesar de todo y al parecer, Luis amaba a su mujer y no era capaz de negarle nada. Como tampoco pudo oponerse a que fuera ella quien comandara la expedición y quien decidiera la ruta a seguir.
Una vez en Antioquía, la relación con Raimundo de Poitiers pudo exceder a lo puramente familiar. O al menos, la relación entre ellos fue muy estrecha; siempre estaban juntos, lo que desató los rumores. Esta infidelidad no está confirmada, aunque es cierto que siempre, incluso cuando Leonor era una niña, habían mantenido una relación muy íntima.
Para sacarla de los brazos de su amante, Luis VII secuestró a Leonor y la obligó a volver con él a Francia. De paso por los Estados Vaticanos, el papa Eugenio III hizo de intermediario para una reconciliación, de la que nació la segunda hija, Alix, pero que no fue suficiente para que, primero Leonor y después Luis, pidieran la anulación del matrimonio; anulación que les fue concedida alegando consanguinidad… de cuarto grado.
Su segundo matrimonio no podía quedarse atrás, pues se casó con Enrique Plantagenet, el futuro rey Enrique II de Inglaterra, que era once años menor que ella; Enrique tenía dieciocho y Leonor veintinueve. Teniendo en cuenta que la esperanza de vida en el siglo XII era de unos cuarenta años, ella era prácticamente una anciana.
Enrique era todo lo contrario a Luis. Impetuoso, dominante, fogoso. Tuvieron ocho hijos, entre los que destacan Ricardo, Leonor y Juan. Ricardo por ser el “Corazón de León”. Leonor por casarse con el rey Alfonso VIII de Castilla y hacer que ese nombre pasara a ser común entre la realeza castellana. Y Juan por ser un “Sin Tierra”, apodo que le viene por haber sido el que menos tierras heredó de su padre en el reparto que Enrique II tuvo que hacer en vida forzado por sus propios hijos.
Más o menos en la época en la que nació Juan, el pequeño, cuando Leonor tenía cuarenta y cinco años, ésta descubrió que su marido le era infiel con Rosamunda de Clifford. Y que no era una relación casual, sino que era la amante oficial con la que había tenido dos hijos. Es entonces cuando decidió trasladarse de nuevo a su hogar, a Aquitania, en concreto a Poitiers, llevándose consigo a todos sus hijos, excepto al mayor fallecido en la infancia y a Matilde, recién casada. Su hija María de Champaña también se trasladó a vivir con ella.
Fue en esa época cuando Leonor volvió a recrear la corte que conoció cuando niña. Ejerció una gran influencia sobre la literatura de la época como mecenas y protectora de trovadores. Músicos, poetas e intelectuales, como Chrétien de Troyes o André Le Chapelain (autor del tratado sobre amor cortés más famoso) empezaron a llenar la corte de Poitiers. Incluso Ricardo cultivó la poesía. También hubo mujeres en la corte que cultivaron las letras, entre las que se incluye su hija María de Champaña y María de Francia, primera poetisa en lengua francesa.
La corte de Leonor pudo ser un espacio principalmente femenino, bajo la autoridad de Leonor de Aquitania y de María. El amor cortés floreció en esta corte de autoridad femenina, donde predominaba la actividad poética, la lírica caballeresca, la libertad de expresión femenina, el respeto, la ausencia de violencia y el ritual del cortejo con palabras, alejándose de la visión patriarcal en la que prevalece el dominio de la fuerza.
Estando en Poitiers, apoya a sus hijos Enrique, Godofredo y Ricardo, en una rebelión contra su padre, que fracasó, lo que llevó a Enrique II a encerrarla, primero en Chinon y después en Salisbury, durante dieciséis años; encierro del que salió a la muerte de Enrique. Durante su encarcelamiento murieron sus hijos Enrique (el heredero al trono), Matilde y Godofredo, siendo entonces el sucesor al trono de Inglaterra su hijo preferido, Ricardo.
Cuando Ricardo ocupó el trono, Leonor de Aquitania se convirtió en regente del llamado imperio angevino, formado a partir de su matrimonio con Enrique II y que se extendía desde Escocia hasta Pirineos, durante los largos períodos en los que Ricardo estuvo fuera del país. Cuando volvió definitivamente de la Tercera Cruzada, Leonor se retiró a la Abadía de Fontevrault, donde residió hasta su muerte.
No cabe duda de que Ricardo fue el hijo predilecto de Leonor. Creció junto a su madre en una corte rodeada de poetas, de trovadores que cantaban al amor y los placeres, de nobles y damas apasionados por la moda del amor cortés. Ambos eran entusiastas de la cultura provenzal, compartían los mismos gustos en cuanto a comida, poesía y hombres. Está documentado que Ricardo Corazón de León tenía preferencia por los hombres, lo que no le imposibilitó en algún momento relacionarse con mujeres e incluso engendrar un hijo bastardo.
Esta predilección por Ricardo no impidió, sin embargo, que a la muerte de éste, Leonor saliera de su retiro para apoyar a su hijo Juan como rey de Inglaterra en detrimento de su nieto Arturo de Bretaña, hijo póstumo de Godofredo al que no conocía.
Su última gestión como mujer poderosa e influyente que fue, la realizó con ochenta años. Viajó a Castilla para escoger, de entre sus nietas, a la esposa del futuro rey de Francia. La elegida fue Blanca, hija de Leonor y de Alfonso VIII de Castilla. El esposo era Luis VIII, hijo de Felipe Augusto, habido del segundo matrimonio de Luis VII, el que fuera el primer esposo de Leonor.
Murió con ochenta y dos años de edad en la Abadía de Fontevrault y fue sepultada allí mismo junto a su esposo Enrique y su hijo Ricardo que es quien ocupa el puesto de honor junto a su madre.
No hay que hacer caso del estereotipo erótico que circuló a finales de la Edad Media en los que se decía que Leonor era la esencia de la lujuria y de la belleza hechicera. Estereotipo repetido a lo largo de la historia cuando una mujer destacaba por encima de los hombres.
Leonor de Aquitania fue una mujer con un poder enorme que utilizó para adquirir y mantener la independencia cultural y ser inspiradora de la renovación cultural del siglo XII. Fue reina dos veces y madre de tres reyes. Siempre buscó la forma de vivir la vida que quería y no la que le imponían.

Cronología:
1122: Leonor de Aquitania nace en Poitiers, hija primogénita de Guillermo X y de Aenor de Châtellerault.
1130: A la muerte de su hermano Guillermo, se convierte en heredera del ducado de Aquitania.
1137, 9 de abril: Muere Guillermo X, pasando Leonor a ser la nueva duquesa de Aquitania.
1137, 4 de julio: Contrae matrimonio con el heredero al trono de Francia, el futuro Luis VII.
1137: Luis VII sube al trono y con él Leonor.
1145: Nace María, futura condesa de Champaña.
1147: Luis VII y Leonor de Aquitania parten para la Segunda Cruzada, promovida por Bernardo de Claraval.
1148-49: Se relaciona íntimamente a Leonor de Aquitania con su tío Raimundo de Poitiers, romance que tendría lugar en Antioquía, ciudad de la que Raimundo era el Señor.
1151: Nace Alix, segunda hija del matrimonio y futura condesa de Blois.
1152, 21 de marzo: Luis VII y Leonor de Aquitania consiguen la anulación del matrimonio, basándose en la consanguinidad de los cónyuges.
1152, 18 de mayo: Se casa con el heredero al trono inglés, el futuro Enrique II.
1153-1166: Nacen los ocho hijos del matrimonio:
- Guillermo 1153-1156, conde de Poitiers, falleció siendo un niño.
- Enrique 1155-1183, duque de Normandía y conde de Anjou.
- Matilde 1156-1189, casada con Enrique el León, duque de Baviera, Sajonia y Brunswick.
- Ricardo 1157-1199, conocido como Ricardo Corazón de León, sucesor de Enrique II e hijo predilecto de Leonor de Aquitania.
- Godofredo 1158-1186, conde de Anjou y duque de Bretaña por su matrimonio.
- Leonor 1162-1214, casada don Alfonso VIII, rey de Castilla.
- Juana 1165-1199, casada primero con Guillermo II  El Bueno, rey de Sicilia, y luego con Raimundo VI, conde de Tolosa.
- Juan 1166-1216, sucesor de Ricardo Corazón de León, conocido como Juan Sin Tierra.
1165-1166: Leonor se entera de la infidelidad de su esposo con Rosamunda de Clifford y se traslada de nuevo a la corte de Aquitania, a Poitiers, junto a sus hijos.
1173: Leonor ayudó en la rebelión de tres de sus hijos (Enrique, Ricardo y Godofredo) contra su padre, el rey Enrique II.
1173-1189: Arresto de Leonor de Aquitania, acusada de conspiración, en Chinon y en Salisbury.
1189: Muerte de Enrique II y coronación de Ricardo como rey de Inglaterra.
1189-1194: Leonor ocupa la regencia durante el tiempo que Ricardo Corazón de León participó en la Tercera Cruzada.
1194: Tras la vuelta de Ricardo de la Tercera Cruzada, Leonor se retiró a la Abadía de Fontevrault.
1199: A la muerte de Ricardo Corazón de León, Leonor ayudó a su hijo Juan Sin Tierra a ocupar el trono de Inglaterra frente al otro pretendiente, Arturo de Bretaña.
1200: viaja a Castilla y escoge a su nieta Blanca  como esposa del futuro rey de Francia Luis VIII.
1204, 1 de abril (o 31 de marzo, depende de las fuentes): muere en la Abadía de Fontevrault, donde fue sepultada junto a su esposo Enrique y su hijo Ricardo.
Bibliografía:
“Ricardo Corazón de León, el rey caballero”, de Cristina Segura, publicado en la revista Historia de National Geographic, nº 10.
“Ricardo Corazón de León”, de José Luis Corral, publicado en la revista Historia de National Geographic, nº 82.
Lecturas recomendadas: “Las cortes del Amor” de Jean Plaidy, seudónimo de Victoria Holt.
 
Las imágenes de este artículo son del dominio público o tienen licencia Creative Commons.
 
 

KEMET - Exposición Mil Millas Nilo Arriba

El próximo 4 de octubre de 2013, a las 19:00 horas, se inaugura la exposición Mil Millas Nilo Arriba, de Ángel Kuenka, en la Asociación de Amigos de las Artes Plásticas de Quart de Poblet (Valencia)
La temática... Egipto.
El material... Acrílicos. Temple sobre lienzo.
Os comparto el cartel de la Exposición.

01 septiembre 2013

EL VISIR EN EL ANTIGUO EGIPTO.

Por Carmen Lacasa

Al hablar de visires, siempre nos viene a la cabeza la figura idealizada de los visires del imperio turco otomano que dominó el Mediterráneo oriental desde finales del siglo XIII hasta principios del siglo XX. Quizá por ello, la imagen que se tiene del visir del Antiguo Egipto se acerca más a esta figura turco otomana que a la realidad.
 
Una de las razones podría ser el propio origen de la palabra “visir”, que no es egipcio, sino árabe. En egipcio la denominación que aparece en los textos es TAty, denominación transliterada de los jeroglíficos y textos hieráticos que podría leerse más o menos como “chaty”.
La expresión original para designarlo era tAyty sAb TAty “tayty sab chaty”, que significa “el del velo (o el de la cortina), alto dignatario (podría ser magistrado de la administración de justicia), visir”. Más adelante, los egipcios, que eran bastante dados a abreviar expresiones a la hora de escribir, la reducirían a “chaty”, denominación que aparecerá a partir de ahora.
Empezaremos por saber quién era y qué papel desempeñaba el chaty en la administración egipcia.
Hablar de la administración egipcia es hablar de un sistema complejo y muy bien organizado. Sistema que nunca dejó de funcionar, ni siquiera en los períodos llamados “intermedios” durante los cuales reyes extranjeros gobernaron el país. Existían muchos grados de funcionarios: desde los simples escribas copistas de documentos hasta los altos funcionarios que ejercían cargos similares a los actuales ministros. A la cabeza de todos ellos estaba el chaty, figura que siempre existió en Egipto tal y como muestran los documentos hallados.
Tanto es así que la figura del visir ya existía en la Dinastía I, en la época denominada tinita, en el III milenio a.C. y que abarca las Dinastías I y II (3065-2686 a.C.). De hecho, aparece en la Paleta de Narmer (o Nemes), rey que se considera el unificador del Alto y Bajo Egipto, el primer Rey de las Dos Tierras, fundador de la Dinastía I.
En la Paleta de Narmer se observa que junto al rey aparece un personaje de menor tamaño sobre el que está escrita la palabra Tt.
También aparece en la Maza de Narmer, en la escena de la procesión ceremonial, la palabra T junto al mismo personaje que en la Paleta. Ambas palabras podrían referirse al TAty, chaty, en una escritura en lengua egipcia antigua. Es importante recordar, a este respecto, que todas las lenguas evolucionan y que la egipcia nació hacia el año 3000 a.C. y dejó de usarse en el año 394 d.C.
Las funciones del chaty, así como la elección del cargo, pasaron por muchas etapas dentro de Egipto, tantas como dinastías e imperios. Pero la función que siempre mantuvo a lo largo del tiempo fue la de “Administrador de la Justicia”, de la mAat, Maat, aspecto importantísimo y fundamental dentro de la organización egipcia. Como tal, impartía justicia y nombraba a los magistrados.
El cargo de chaty era el de mayor jerarquía en el antiguo Egipto; se reunía con el rey varias veces al día para mantenerlo puntualmente informado de todo lo que acontecía en sus dominios. El monarca delegaba en él funciones de gobierno tales como la representación en cuestiones de dirección y administración civil y en todo lo concerniente a la administración de los dominios reales. Esta última función comprendía la administración de la residencia real, la elección del emplazamiento de la tumba real y la construcción de la misma. Otra de las funciones importantes del chaty era la de gobernar el país durante los 70 días de luto que sucedían a la muerte del rey; era también el que se ocupaba de supervisar el banquete funerario y el acompañamiento musical. Y, por último, era el que tenía el poder de nombrar, efectivamente, al heredero del rey.
En el Reino Antiguo (2686-2173 a.C), todos los funcionarios de alto rango eran educados en la corte y vivían en la residencia real. El cargo de chaty, al igual que el del monarca, podría haber sido un cargo hereditario, de padres a hijos, hecho que se deduce de los enterramientos de chatyw (plural de chaty) de la Dinastía VI hallados en Abidos y en Saqqara.
Por ejemplo, el de Weni el Mayor, chaty de Pepi II, que fue el primero que se enterró en Abidos y de su hijo Idi, también chaty. De Nebet, primera mujer chaty de Abidos, enterrada en Saqqara y de su hijo Dyan, también chaty de Abidos. Estos enterramientos se producían en espectaculares mastabas, entre las que destaca la del chaty Mereruka, de la época de Teti, en la que se ve escrito que era “Supervisor de las dos casas de la plata, supervisor de las seis grandes cortes, supervisor de los escritos del rey, supervisor de los dos graneros, supervisor de todas las obras del rey, el del velo, magistrado y visir”. Esta acumulación de títulos no significa que los ejerciera todos a la vez, sino que los pudo haber ejercido en épocas sucesivas, aunque en las tumbas aparecían escritos todos y cada uno de ellos.
Durante el Reino Antiguo el chaty acumulaba las funciones de Alcalde de la capital Tebas, Administrador de la justicia, Supervisor de la residencia real y Supervisor de los ejércitos.
La situación política durante el Primer Período Intermedio (2173-2040 a.C.) es poco conocida todavía, si bien se sabe que se produjo una descentralización del estado, con dos reinos: el del Alto Egipto, al sur, con capital en Tebas; y el del Bajo Egipto, al norte, con capital en Heracleópolis (deja de ser Menfis). La Dinastía VIII es una continuación de lo acontecido en el Reino Antiguo: existe la figura del chaty y los cargos son hereditarios, siempre con la aprobación del rey.
Durante el Reino Medio (2040-1786 a.C.) se vuelve al centralismo territorial, se unifica el país. Senuseret III (Sesostris III) impone un sistema de distritos o nomos (sepat en egipcio) con oficinas territoriales dirigidas por un wHmw (leído “uhmu”), un heraldo o registrador legal (nomarca). El chaty reside en la capital, pero los heraldos son los que tienen cierto poder en los distritos. En estas circunstancias, aparecen títulos administrativos para funcionarios que ejercen su trabajo en los diferentes distritos, no en la corte. Son títulos otorgados por el rey, entre ellos nomarcas o funcionarios de alto rango. También los templos tienen poder dentro de la administración, sobre todo en aquellos lugares en los que no había poder civil establecido. Los nomos importantes crean pequeñas cortes, que se enriquecen de forma espectacular, surgiendo verdaderas dinastías de nobles provinciales; son los nomos del Egipto Medio, en concreto Asiut y Meir.
Tras la guerra con los hicsos (entrando ya en el Segundo Período Intermedio, 1786-1552 a.C.), se produce una reforma de la administración que supone, en primer lugar, la creación de un ejército permanente. Hasta entonces, en Egipto no había ejército, sino que se creaban una serie de “expediciones” para ir a la guerra. Con la creación de este ejército permanente, aparece la figura del Comandante de los ejércitos, el imy-r mSa wr, “imy-er mesha wer”. También aparecen otros cargos, como el de alcalde de la Ciudad del Sur, Tebas, que ya no recae sobre el chaty; éste se ve obligado a ceder la administración de la capital a otro funcionario. Esto hace que el chaty pierda poder y ya no sea el segundo hombre, tras el rey, porque tras el monarca estarían el propio chaty, el comandante de los ejércitos y el alcalde de Tebas. Restando únicamente al chaty las funciones de la Administración de la justicia y la Supervisión de la residencia real.
Durante la Dinastía XVIII, que es la que inicia el Reino Nuevo (1552-1069 a.C.), se registra una mayor permeabilidad entre los diferentes grupos sociales. Ya no son solamente los nobles los que acceden a los altos cargos de la administración sino que aparecen algunos personajes que ascendieron por méritos propios. El cargo de chaty se desdobla en el país de las Dos Tierras: existe un visirato al sur, en el Alto Egipto, con capital en Tebas; y un visirato al norte, en el Bajo Egipto, con capital en Menfis. Sin embargo, el monarca otorga mayor poder al chaty, que obtiene atribuciones comparables con las de los actuales primeros ministros.
Considerado el mejor cargo de Egipto, el chaty se convirtió en un puesto muy lucrativo durante la Dinastía XVIII. Muchos de quienes lo ocuparon fueron favorecidos por sus señores, como Amenemopet, visir del faraón Amenhotep II, y su hermano Sennefer, alcalde de Tebas, que se convirtieron en hombres extremadamente ricos gracias a las atenciones reales. Sennefer fue un alto cargo y es conocido en la actualidad por la excepcional tumba en la que se enterró, a la que se hace una pequeña referencia en este mismo blog en el siguiente enlace:
El chaty era designado para el cargo tras una larga carrera administrativa, que empezaba pasando los veintitantos años, por lo que eran mayores al llegar a este puesto. La avanzada edad transmitía sabiduría y justicia del representante de la Maat ante el pueblo. Era una figura querida por el pueblo, incluso recibía ofrendas en sus tumbas; era él quien los defendía ante los abusos de los funcionarios corruptos, abusivos, etc. Era el defensor del pueblo. En las tumbas de Kagemmni y Ptahhotep (ambos de la Dinastía VI) han aparecido muestras de ofrendas humildes y gente enterrada a su alrededor.
Todo chaty accedía al cargo en una gran ceremonia durante la cual el faraón le daba instrucciones y recomendaciones que no convenía olvidar. Es en este momento cuando empiezan a aparecer una serie de textos muy interesantes en las tumbas de los chatyw, entre las que destaca la de Rehmire, que extiende en su biografía todo el texto del nombramiento, con la gente aclamándole, etc., además de incorporar todas las obligaciones propias de su cargo. Dice de sí mismo que era “noble, el segundo tras el rey”; o que era “el supervisor de los supervisores, el hombre de los secretos, que penetra en los santuarios”. Estos textos pasarían a conocerse como “La investidura del visir”.
Otro ejemplo es el de User, chaty de Hatshepsut y de Tutmosis III, Dinastía XVIII, que caricaturiza las enseñanzas de Ptahhotep y es él quien va al rey a decirle que cambie de chaty. Las enseñanzas de Ptahhotep son obras sapienciales que dan consejos de ética profesional, como el comedimiento (tenían obsesión por este tema) o no enriquecerse con el cargo.
Hubo ocasiones en la historia del Antiguo Egipto en que el chaty acabó accediendo al trono de las Dos Tierras. Tal fue el caso de Ay, considerado padre de la reina Nefertiti, que fue chaty de Tutankhamon y se convirtió en soberano tras la muerte de este joven rey. Otro caso conocido es el del chaty Paramesu, que sucedió a Horemheb con el nombre de Ramsés I y se convirtió en el fundador de la Dinastía XIX.
En esta Dinastía XIX, es conocido Paser, chaty de Seti I y de Ramsés II. Precisamente este personaje es el protagonista de la trilogía “El Juez de Egipto”, escrita por el egiptólogo francés Christian Jacq, en la que Paser (C. Jacq lo escribe Pazair, puesto que es francés) se ve involucrado en una conspiración para acabar con Ramsés II. Son tres libros: ”La pirámide asesinada”, “La justicia del visir” y “La ley del desierto” en los que el autor nos describe con todo detalle cómo un escriba funcionario llega a visir y las atribuciones que va adquiriendo a lo largo de los años.
La imagen muestra un precioso pectoral con el nombre del visir Paser, descubierto en el Serapeum de Saqqara por Auguste Mariette.
Es una novela, no hay que olvidarlo, pero os la recomiendo. Yo la leí hará unos dieciséis años y sigo con la sensación de que es una excelente recreación de la época de esplendor de Kemet.
 
 
 
 
Bibliografía:
Seminario “Los visires del Antiguo Egipto”, impartido por José María de Diego en la Escuela de Lenguas Bíblicas y Orientales de la Facultad de Teología de Valencia, febrero de 2011.
Artículo “La corte de un faraón”, de Elisa Castel para la revista Historia de National Geographic, nº 38.
Artículo “A la sombra del faraón: la jornada de un visir egipcio”, de José Miguel Parra para la revista Historia de National Geographic, nº 90.
Egyptian Grammar, de Sir Alan Gardiner.
Diccionario Conciso de Jeroglíficos de Egipcio Medio, de Raimond O. Faulkner.
Las imágenes mostradas tienen licencia Creative Commons o Wikimedia Commons.
Lecturas recomendadas:
Trilogía de novelas “El Juez de Egipto”, de Christian Jacq.