Desterrado de Castilla por el rey Alfonso VI,
convertido en mercenario a las órdenes del mejor postor y aliado del príncipe
de la Taifa de Zaragoza, al-Muqtamid, Rodrigo regresó a la corte castellana
para apoyar a su rey contra los almorávides. Pero Alfonso VI lo vuelve a
desterrar. Y Rodrigo decide conquistar Valencia para sí.
En este segundo y último post de El Cid,
contaremos desde su reconciliación con Alfonso VI hasta su muerte.
En 1086, Rodrigo Díaz,
desterrado de Castilla desde hacía cinco años y mercenario a las órdenes de los
reyes de la taifa de Zaragoza, es llamado a la corte de su antiguo rey y señor,
Alfonso VI, que lo necesitaba para luchar contra los almorávides que venían de
al-Andalus, con lo que se produjo una reconciliación entre ambos. El punto de
inflexión lo supuso la derrota de los castellanos frente a Yusuf ibn Tasufin,
emir de los almorávides, en Sagrajas (Badajoz).
Por entonces, Rodrigo ya era
un hombre poderoso, adinerado y considerado uno de los mejores guerreros de la
península, al que el rey ofreció como pago por sus servicios el derecho a todas
las tierras y castillos que ganara en el levante luchando bajo sus órdenes. Sin
duda, este aliciente monetario alentó a Rodrigo a ayudar a un rey al que no defraudó,
consiguiendo ahuyentar a los almorávides de Valencia, en la misión encomendada
por Alfonso VI. Es el primer contacto de Rodrigo Díaz con Valencia y algo que
nunca olvidará.
Ruta que siguió Rodrigo a
su salida de Burgos
Fuente: Historia National
Geographic nº 65
Esta situación de armonía
con Alfonso VI duró apenas dos años, durante los cuales Rodrigo estaba
intentando reorganizar el levante español a su conveniencia. Tras haber llegado
a un acuerdo con al-Qadir, el señor de Valencia, que le pagaría una cuantiosa
cantidad a cambio de protección, Rodrigo se instaló a las afueras de la ciudad,
en concreto en el arrabal de la Alcudia, ubicado frente al puente de Serranos. Era
su cuartel general, desde donde dirigía y organizaba las incursiones a zonas
aledañas y contabilizaba los grandes beneficios obtenidos con el botín.
En el año 1088, Yusuf ibn
Tasufin regresó a la península, con la intención de reparar la derrota sufrida,
y se dirigió hacia uno de los lugares más estratégicos: el castillo de Aledo en
Murcia, desde el cual García Jiménez organizaba ataques contra Granada y
Alicante. Rodrigo es llamado a ayudar en Aledo, pero no llegó a reunirse con el
ejército que Alfonso VI había enviado para defender la plaza. Si no llegó a
tiempo por algún malentendido o si hizo oídos sordos a la petición de ayuda no
importa demasiado. El caso es que Rodrigo fue condenado, de nuevo, al
destierro, esta vez desposeído de sus heredades y privilegios.
Rodrigo decidió quedarse
en Valencia haciendo lo que mejor sabía hacer: prestar sus servicios militares
a cambio de suculentos tributos, esta vez a título personal. Se convierte en el
protector de la zona levantina, desde Tortosa hasta Orihuela, luchando con sus
anteriores aliados, tanto cristianos como musulmanes. Es en estos años, desde
1088 hasta 1092, cuando se calcula que los ingresos anuales de Rodrigo por la
prestación de sus servicios eran de unos 150.000 dinares, cantidad mayor que la
obtenida por el propio rey castellano Alfonso VI.
Los almorávides que
venían de África eran unas tribus de reciente islamización, con convicciones
religiosas estrictas y conservadoras, y que se presentaban también como
enemigos de los musulmanes que vivían en la península, de pensamiento más
progresista.
Estas ideas más
conservadoras llegaron también a Valencia, que se rebeló contra su gobernante
al-Qadir y contra el protectorado de Rodrigo, por lo que en 1092 éste decide
hacerse con el control de la ciudad, por la que luchó durante casi dos años.
Primero ordenó el saqueo y el asolamiento de los campos; después la destrucción
de los arrabales pegados a la muralla; y por último, la sometió a un largo y
penoso asedio.
El 15 de junio de 1094,
Valencia se rindió y Rodrigo entró en la ciudad autoproclamándose soberano absoluto
y único.
Casi a continuación, se
conoció la noticia de que un ejército almorávide, bajo las órdenes de un
sobrino de Yusuf inb Tasufin, se acercaba a la ciudad. Las tropas almorávides
llegaron a las cercanías de Valencia en octubre de 1094 y tan solo una semana
después del asedio, Rodrigo los venció en Quart, acabando, de esta forma, con
los nueve años de dominio militar almorávide en la península.
Batalla de Quart
No fue la única vez que
se enfrentó a ellos. Tres años más tarde, en 1097, los venció en Bairén (Gandía).
Y también en Sagunto y Almenara, conformando para sí un importante principado.
Según las fuentes
musulmanas, Rodrigo Díaz era un adversario poderoso y cruel. En dos obras casi
contemporáneas al Cid, la del valenciano Ibn Alqama y la del lisboeta Ibn
Bassam, Rodrigo aparece como un nefasto príncipe extorsionador de musulmanes,
cuyos actos están guiados por la codicia y la crueldad. Una muestra de ello fue
la ejecución de Ibn Yahhaf, el cadí de Valencia, que fue apedreado, según Ibn
Alqama, y quemado, según Ibn Idari. Quizá esta muerte cruel la ordenara porque
Ibn Yahhaf había sido quien asesinara al anterior gobernante, al-Qadir, aliado
de Rodrigo.
Sin embargo, también está
lejos de ser el ideal cruzado que se le atribuye en el Cantar. Era, ante todo,
el señor de un principado islámico y, como tal, mantuvo la legalidad coránica
estricta para sus súbditos musulmanes. Fue un principado islámico bajo
soberanía de un príncipe cristiano. Sí que convirtió la mezquita mayor de
Valencia en Catedral y nombró un obispo, pero ello constituyó más un acto de
afirmación política que de beligerancia religiosa.
Firma de Rodrigo Díaz en
documento que dota a la Catedral de Valencia
También mantuvo las
propiedades privadas, según Ibn Alqama, que recoge unas supuestas palabras de
Rodrigo: “Desde hoy, cada uno de vosotros
vaya a sus heredades y poséalas como solía”.
Conciliación y respeto
por la religión y la propiedad privada afianzaron el poder de Rodrigo sobre su
recién estrenado principado.
Cabe la posibilidad que
fuera de esta época el sobrenombre de El Cid. Este apelativo vendría del árabe
al-sayyid (el señor), que debieron utilizar los soldados musulmanes bajo sus
órdenes, aunque no se tiene constancia de que en su época se le llamara así.
El Cid tuvo tres hijos de
Jimena: Diego, María y Cristina. Diego murió en Consuegra luchando contra los
almorávides. María se casó con Ramón Berenguer III, conde de Barcelona. Cristina
se casó con el infante Ramiro Sánchez de Navarra y en 1134 el hijo de ambos,
García Ramírez, fue elegido rey de Navarra a la muerte de Alfonso el
Batallador.
Cuando todo parecía
controlado en la península, en julio de 1099 murió Rodrigo en Valencia. Según
el Cantar de Mio Cid, durante una batalla en la que resultó herido, batalla que
venció incluso muerto, causando el temor entre sus enemigos, sin duda la última
licencia poética del autor.
La realidad fue que se le
enterró en la Catedral de Valencia con la pompa principesca requerida y tras su
muerte, Jimena gobernó Valencia hasta que la amenaza almorávide obligó a
evacuar la ciudad en 1102. Entonces, marchó a Castilla con los restos de su
esposo, que enterró en el monasterio de San Pedro de Cardeña y vivió cerca del
mismo.
Cuando murió el guerrero
nació la leyenda. Leyenda que se agrandó con los años, hasta llegar a ser un
mito de nuestra historia.
Bibliografía:
Alberto Reche, El Cid: La conquista de Valencia.
Historia National Geographic nº88
Francisco Javier Peña
Pérez, El Cid Campeador: Soldado, vasallo
y príncipe. Historia National Geographic nº28
Francisco Javier Peña
Pérez, El Cid, héroe de frontera.
Historia National Geographic nº65
El patronímico castellano
en “ez”: http://www.heraldaria.com/apellidos.php#12
Los apellidos españoles:
Esta vez no he consultado
la wikipedia, pero por si alguien tiene curiosidad, dejo aquí el enlace
directo: http://es.wikipedia.org/wiki/Rodrigo_D%C3%ADaz_de_Vivar
Y para los amantes de la
literatura clásica, en la página web del “Camino del Cid” tenéis el cantar
actualizado:
Por cierto, el Camino del Cid es una ruta de
senderismo que, al igual que en el Camino de Santiago, te la sellan en los
lugares por donde pasas.
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